viernes, 27 de mayo de 2011

JERASH


24/04/11

Último día en Jordania. Nos levantamos temprano porque toca viaje largo en bus. La primera parada se hace en Kerak, para visitar el castillo del mismo nombre. Me impresionó mucho más el castillo de Shobak, sobre todo por su emplazamiento. Creo que de haberlo sabido me hubiera gustado más la visita, el callejeo por la ciudad de Kerak, por donde circulamos lentamente en autobús debido a la actividad que se respira en sus calles y mercados. De ahí en tres horas nos plantamos en Jerash, la ciudad más al norte de Jordania que vamos a visitar. Allí se encuentran sus ruinas romanas que son la segunda fuente de ingresos para Jordania después de Petra. Realmente las dimensiones son impresionantes. Tras traspasar la puerta de Adriano podemos contemplar la plaza ojival, el teatro romano con su acústica perfecta, el templo de Zeus y de Afrodita y el cardo máximo con su tetrapilón en perfecto estado de conservación. Me gusta el emplazamiento de las ruinas, tan pegadas a la misma ciudad de Jerash que a veces se confunden sus límites. Me figuro que como pasaba también en Petra, la zona sin excavar esconderá más restos importantes, que en Jerash se encuentra debajo de las casas habitadas, a nada, a un paso de las columnas romanas que me sirven como marco perfecto para sacar una foto enlazando las ruinas con la ciudad moderna. Me imagino las vistas de las que disfrutarían las caravanas nada más llegar a lo alto de una de las colinas que rodean a esta ciudad después de días o semanas de viaje: a sus pies una inmensa ciudad perfectamente estructurada y ofreciéndoles todas las comodidades fruto de esa civilización. Tras la visita nos trasladamos a Amman para hacer las últimas compras en la parte vieja de la capital. El autobús nos deja a un paso de las tiendas mas apetecidas para nosotros, léase pastelerías y tiendas de especias. Vamos de la mano de Samir, casi en fila india por las calles de Amman que están muy transitadas a esas horas. En la pastelería, mientras nos preparan las cajas con los pedidos de dulces de cada uno, nos invitan a una ración de Knfa que está para chuparse los dedos. Pasamos la acera y nos metemos dentro de la tienda de especias. Llama la atención la disposición de las especias en pequeñas montañitas de diferentes colores perfectamente alineadas. Dan ganas de hacer una travesura y meter la mano en cada montón de especias, como lo haría un niño con cara de pícaro. Nosotros como samos mayores y responsables, compramos una bolsita mezclada de especias para desayunar y tahin para hacer hummus en cuanto lleguemos a Vitoria. Ya tenemos todas las compras ultimadas; ya podemos pasear el rato que nos falta por el mercado de frutas que se encuentra al lado mismo de las tiendas. Andamos, bien protegidos nuestros bolsos por si acaso, por los animados puestos repletos de gente que ofrece a gritos sus productos, que gesticula, que bromea con los posibles compradores. Hoy toca apurar el tiempo al máximo, por eso, nos dirigimos en autobús hacia el restaurante en donde está organizada la última cena del viaje. Se trata del típico restaurante elegante que destaca por su buena cocina tradicional. Pues nada, a llenar la panza con una variedad de platos que no caben ni en la amplia mesa que han reservado para el grupo al completo. Tras la cena nos despedimos de Samir, nuestro eficiente guía jordano, que tiene que estar deseando llegar a su casa después de tantos días obligado a aguantarnos. Llegamos con tiempo al aeropuerto para realizar los largos trámites de embarque, etc, etc. Hacemos nuevamente escala en París en donde los grupos definitivamente nos dividimos. Unos a Barcelona, otros a Bilbao y nosotros a Madrid. Adioses rápidos porque la escala es corta y no se trata de perder el avión. Cada vez queda menos tiempo para que este viaje forme parte de los buenos recuerdos, de las fotos que en breve compartiremos con el resto del grupo vía correo electrónico. Este es el diario de viaje por Jordania que me traslada hasta esas tierras en el mismo instante que lo estoy escribiendo.

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