jueves, 5 de mayo de 2011

AGUADILLAS EN EL MAR MUERTO


17/04/11

¿Las vacaciones son para descansar? No, que yo sepa. Desde que viajo al extranjero con "agencias de viaje alternativas" sé que a la mañana siguiente el guía de turno nos obligará a levantarnos temprano para realizar todas las actividades programadas. Y como nos hemos acostado bastante tarde la noche anterior por culpa del largo viaje en avión que nos hemos "tragado", pues nada, toca madrugar y quitarse las legañas de la cara para estar mínimamente presentables en el desayuno. En fin, que toca hablar de las actividades del día. Tras reponer fuerzas con un suculento desayuno, y con la mente un poco más despejada, nos dirigimos al monte Nebo, vía Mádaba. Viajamos en un autobús enorme, sobre todo si pensamos que somos sólo doce personas las que formamos el grupo. Cuenta la leyenda que desde este mirador natural vio Moisés la Tierra Prometida. No se que vería o se imaginaría el profeta en su tiempo, porque ahora todo el valle del río Jordán es un secarral, gracias sobre todo al gobierno israelí que se ha apropiado del escaso caudal para regar sus tierras de cultivo. Según Shamir, nuestro guía jordano con sangre española, el 80% de Jordania es territorio desértico, y el 20% más fértil se encuentra localizado al norte de Amman, la ciudad de las siete colinas. Después de recrearnos con tanta simbología desandamos el camino para volver a Mádaba. Mientras nosotros visitamos la iglesia de San Jorge, en plena celebración religiosa correspondiente al domingo de ramos, nuestro guía nos consigue un buen cambio de moneda y unas cervecitas para refrescarnos en los días que estemos en el desierto. ¡Un hurra por nuestro guía Ernes! ¿Y en la iglesia de San Jorge qué pudimos ver? Un mosaico que muestra el primer mapa de la península del Sinaí, aunque las zonas aparecen reflejadas de manera invertida, una iglesia bellamente policromada y mucha fieles con sus cruces de palma cosidas en sus vestidos a modo de colgante. Tras callejear un poco por el pueblo nos volvemos a montar en el autobús para dirigirnos al mar muerto por una carretera que desciende hasta casi los cuatrocientos metros por debajo del nivel del mar. Nos ponemos los bañadores y al agua patos que hace mucho calor. ¡Milagro! ¡Hasta yo que estoy flaco como un palo floto de maravilla! Que no; que es que estas aguas tiene hasta un 30% de sal y por eso se tiene esa sensación de flotabilidad. Las chicas del grupo, que son más coquetas, aprovechan también para untarse de barro todo el cuerpo, ya que los espabilados del complejo ha montado este negocio, que antes era gratis según nos cuenta nuestro guía. Corriendo, corriendo, nos vamos a las duchas de agua fría para quitarnos la capa de sal que enseguida se hace costra en nuestra piel por efecto de la rápida evaporación. La sensación final es que sientes como si te hubieras untado una capa de aceite por todo el cuerpo, o sea que sí, que realmente parece que las aguas del mar muerto tienen efectos beneficiosos para la piel. Nuestro viaje de hoy finaliza en Wadi Dana, en donde nos alojamos en un albergue con mucho encanto regentado por una americana. El sobrio pueblo se eleva a más de 1.300 metros sobre el nivel del mar, en la cabecera de un gran barranco que mañana nos tocará patear. Estamos en la reserva natural de Wadi Dana, pero ya adelanto que no veremos ningún animal de la fauna autóctona de esta parte del país, pero si unas vista maravillosas que nos acompañarán durante todo el recorrido.

3 comentarios:

  1. ¿Vuestro guía fue Ernes Olasagasti, de Hondarribi??? Tengo un primo que se llama igual... y es guía de Banoa... qué casualitéeee!!!

    Ya veo que lo habéis pasado, psss, bien... no???

    Muxus a los dos

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  2. Soy la polimera andoaindarra, Marta... se me ha olvidado firmar, sorry...

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  3. ¡Qué casualidad! Sí, nuestro guía fue Ernes Olasagasti. Se portó muy bien con nosotros porque el tío es mu majo y mu profesional. Seguiré contando más anécdotas de nuestro viaje a Jordania. Espero que te gusten.
    Muxus.

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