domingo, 29 de mayo de 2011

TRILOGÍA NOCILLA



Fue conocer a Agustín Fernández Mallo por medio de internet y lanzarme a leer su trilogía Nocilla que le dio notoriedad y cierto reconocimiento literario. Me gustaba la idea de modernidad que el autor esgrimía en sus entrevistas, que no renegaba de la tradición, pero que intentaba mostrar un punto de vista más acorde con los tiempos que corren. Al fin y al cabo, se trataba de defender las siguientes ideas: vivimos en una cultura diferente a la que vivían esos autores clásicos, y eso se tiene que reflejar de alguna manera en los libros que un autor escribe actualmente. Cien años más tarde no podemos escribir como ellos escribían. Las ideas siempre han sido las mismas pero es innegable que vivir en una época diferente debe condicionar la relación que se mantiene con las palabras. De esa idea al libro “El hacedor (de Borges) remake”, escrito también por este autor, solo hay un paso, eso sí un paso inevitable. También me leí ese libro, como también soy un seguidor de los comentarios que publica en su blog. Tengo que aclarar que no me gusta todo lo que escribe Fernández Mallo, pero en conjunto sí que me parece una obra que destaca por su personalidad, en donde caben ideas poéticas, sentimientos humanos, surrealismo y referencias a internet, por citar ejemplos de lo más diversos. Me gusta mucho el mundo que se ha creado este escritor, aunque algunas veces se pueda pensar que es todo fachada, todo imagen de marca que sólo nos remite a la superficie de las cosas. Yo creo que es algo más, que el estilo de Fernández Mallo no es puro fuego de artificios y que se pueden decir muchas ideas interesantes aunque se utilice la palabra coca-cola en medio de ellas. Yo me siento más identificado con youtube, con las motos de la marca vespa o con las zapatillas converse, que con la idea de Dios o con la “profundidad” de los valores clásicos que hasta hoy en día los más retrógrados intentan inculcarnos. Y no me hace falta vivir en el campo para sentir la pureza del viento.

viernes, 27 de mayo de 2011

JERASH


24/04/11

Último día en Jordania. Nos levantamos temprano porque toca viaje largo en bus. La primera parada se hace en Kerak, para visitar el castillo del mismo nombre. Me impresionó mucho más el castillo de Shobak, sobre todo por su emplazamiento. Creo que de haberlo sabido me hubiera gustado más la visita, el callejeo por la ciudad de Kerak, por donde circulamos lentamente en autobús debido a la actividad que se respira en sus calles y mercados. De ahí en tres horas nos plantamos en Jerash, la ciudad más al norte de Jordania que vamos a visitar. Allí se encuentran sus ruinas romanas que son la segunda fuente de ingresos para Jordania después de Petra. Realmente las dimensiones son impresionantes. Tras traspasar la puerta de Adriano podemos contemplar la plaza ojival, el teatro romano con su acústica perfecta, el templo de Zeus y de Afrodita y el cardo máximo con su tetrapilón en perfecto estado de conservación. Me gusta el emplazamiento de las ruinas, tan pegadas a la misma ciudad de Jerash que a veces se confunden sus límites. Me figuro que como pasaba también en Petra, la zona sin excavar esconderá más restos importantes, que en Jerash se encuentra debajo de las casas habitadas, a nada, a un paso de las columnas romanas que me sirven como marco perfecto para sacar una foto enlazando las ruinas con la ciudad moderna. Me imagino las vistas de las que disfrutarían las caravanas nada más llegar a lo alto de una de las colinas que rodean a esta ciudad después de días o semanas de viaje: a sus pies una inmensa ciudad perfectamente estructurada y ofreciéndoles todas las comodidades fruto de esa civilización. Tras la visita nos trasladamos a Amman para hacer las últimas compras en la parte vieja de la capital. El autobús nos deja a un paso de las tiendas mas apetecidas para nosotros, léase pastelerías y tiendas de especias. Vamos de la mano de Samir, casi en fila india por las calles de Amman que están muy transitadas a esas horas. En la pastelería, mientras nos preparan las cajas con los pedidos de dulces de cada uno, nos invitan a una ración de Knfa que está para chuparse los dedos. Pasamos la acera y nos metemos dentro de la tienda de especias. Llama la atención la disposición de las especias en pequeñas montañitas de diferentes colores perfectamente alineadas. Dan ganas de hacer una travesura y meter la mano en cada montón de especias, como lo haría un niño con cara de pícaro. Nosotros como samos mayores y responsables, compramos una bolsita mezclada de especias para desayunar y tahin para hacer hummus en cuanto lleguemos a Vitoria. Ya tenemos todas las compras ultimadas; ya podemos pasear el rato que nos falta por el mercado de frutas que se encuentra al lado mismo de las tiendas. Andamos, bien protegidos nuestros bolsos por si acaso, por los animados puestos repletos de gente que ofrece a gritos sus productos, que gesticula, que bromea con los posibles compradores. Hoy toca apurar el tiempo al máximo, por eso, nos dirigimos en autobús hacia el restaurante en donde está organizada la última cena del viaje. Se trata del típico restaurante elegante que destaca por su buena cocina tradicional. Pues nada, a llenar la panza con una variedad de platos que no caben ni en la amplia mesa que han reservado para el grupo al completo. Tras la cena nos despedimos de Samir, nuestro eficiente guía jordano, que tiene que estar deseando llegar a su casa después de tantos días obligado a aguantarnos. Llegamos con tiempo al aeropuerto para realizar los largos trámites de embarque, etc, etc. Hacemos nuevamente escala en París en donde los grupos definitivamente nos dividimos. Unos a Barcelona, otros a Bilbao y nosotros a Madrid. Adioses rápidos porque la escala es corta y no se trata de perder el avión. Cada vez queda menos tiempo para que este viaje forme parte de los buenos recuerdos, de las fotos que en breve compartiremos con el resto del grupo vía correo electrónico. Este es el diario de viaje por Jordania que me traslada hasta esas tierras en el mismo instante que lo estoy escribiendo.

jueves, 26 de mayo de 2011

PETRA A VISTA DE PÁJARO



23/04/11

Amanece temprano para nosotros. El plan del día es madrugar mucho para estar los primeros, a las seis y media, en la puerta de entrada de Petra. Gracias a estos detallitos, la agencia de viajes Banoa, con sus guías, organiza unos viajes diferentes a otras agencias alternativas. Es la marca distintiva de esta agencia. El resultado: una gozada poder andar por el Siq de Petra totalmente solos, sin la presencia constante de otros turistas. Para los "francotiradores de la cámara" supone todo un aliciente poder sacar fotos sin gente de un monumento natural tan transitado. No hay que esperar, ni apartar a la gente para poder sacarte una foto con el Tesoro al fondo. Y las sorpresas no acaban ahí. Ernes nos conduce por unas escaleras naturales a lo alto de una montaña, en donde se encuentra el "Sacrificio", una zona en donde los nabateos realizaban sacrificios de animales. ¡Qué vistas de Petra desde las alturas! Desde este punto observamos perfectamente en la cima de un monte la famosa tumba de Aaron, entre otras vistas. Imprescindible realizar esta excursión para todo aquel que decida visitar Petra. Después de deleitarnos con la contemplación de este paisaje de maravilla, descendemos hasta la fuente del león, con sus canalizaciones excavadas en la roca para captar el agua, y llegamos a una de las zonas más bonitas y ocultas de Petra. Como aquí todo está excavado en la roca, nos encontramos más templos, tumbas y palacios que no sufren la masificación turística. Se pueden apreciar en las paredes de estos monumentos las vetas de colores naranjas y rosados que caracterizan a todo el conjunto de Petra. Bajamos un poco más y hacemos una parada en la casa de un beduino. Nos tomamos un té en el patio de su casa. El anciano nos muestra orgulloso su morada, cada vez menos perdida y apartada, ya que aparece en la última edición de la guía de Lonely planet. Antes de almorzar visitamos el museo de la ciudad, y después de un rato de descanso, volvemos a ascender por otra vertiente de la montaña con el objetivo de situarnos enfrente del Tesoro, pero visto desde las alturas. Otro punto de vista más, otro detallito más de este viaje que permanecerá en nuestro recuerdo a lo largo del tiempo. Con pena por descender de este lugar privilegiado justo encima del Siq, bajamos hasta pisar nuevamente el camino habitual de Petra. Ya nos hemos visto todo lo que hay que ver de Petra, no tenemos ninguna prisa. Nos sentamos relajados en la terraza de un puesto de bebidas y miramos entretenidos el paso de la gente. Pasa bastante tiempo hasta que decidimos regresar al hotel. Hemos sido los primeros en llegar y somos los últimos en abandonar Petra. Sin pasar por el hotel, hacemos una parada en el Caver Bar para refrescarnos con unas cervecitas. En esas aparece Samir y se une al grupo, porque aunque es musulmán también bebe cerveza. Estamos al final del viaje y hay más confianza entre Samir y nosotros. Hablando, hablando, Samir nos cuenta una anécdota de su juventud, de cuando estaba follando con una guapa vecina y se presentó de repente la familia de ella. Al pobre no le quedó más remedio que esconderse en pelotas debajo de la cómoda, porque si le llegan a pillar, ahora no estaría contándonos esta aventura amorosa. Parece sacado de un guión de película pero nos asegura que realmente es verdad. Y colorín, colorado, esta historia sobre Petra se ha acabado.

viernes, 20 de mayo de 2011

PETRA


22/04/10

Hoy hacemos la visita tradicional a Petra, la que todo turista que se precie realiza nada más cruzar la verja de entrada. La expedición la encabeza como siempre Samir, nuestro guía Jordano. Cada cierto tiempo detiene la marcha del grupo para dar explicaciones sobre tumbas, sobre el siq o sobre todo lo que él considera interesante que sepamos. Parece que tenemos mucha suerte porque no hay masificación turística por culpa de las revueltas árabes. Samir calcula que podemos estar dentro de Petra unas quinientas personas cuando lo normal es que sea visitado por cinco mil personas diarias. Lo más bonito del recorrido es el tránsito por el desfiladero, llamado también siq. Un camino estrecho y de altas paredes que conduce directamente hasta el Tesoro. Excavado en la roca y llamando poderosamente la atención de los visitantes, que se afanan en fotografiarlo desde todos los puntos de vista, se encuentra este monumento de los nabateos que constituye el emblema turístico de Jordania. Y Jordania vive principalmente del turismo, fuente primordial de ingresos de un país que no cuenta con petróleo ni con otra materia prima importante del que beneficiarse comercialmente. El paseo continua hacia el circo, pasando por el cardo máximo y las Tumbras Reales, todo de unas dimensiones considerables. Nosotros también visitamos el Monasterio, que está encaramado en lo alto de una montaña. Para llegar hasta allí, o subes andando como lo hicimos nosotros o alquilas un burro que te sube y te baja por un camino estrecho y empedrado. Una vez visto la considerable pendiente por la que te puedes despeñar, aconsejo mejor subir por tu propio pie que confiar en la habilidad de un burro (como se resbale el bicho no te digo lo que puede suceder). Para recuperar fuerzas y asimilar todo lo que hemos visto nos comemos un shawarma de pollo a la sombra de un chiringito de Petra. Parece que no, pero ya se hacen kilómetros andando todo el día por la ciudad de Petra. No me extraña que para contentar al turista de cierta edad se le ofrezcan todo tipo de transportes, como carros, caballos, camellos y burros. Finalizada la visita, toca cena, ducha y masaje, que mañana hay que madrugar mucho para ser los primeros visitantes en entrar en Petra.

miércoles, 18 de mayo de 2011

LA PEQUEÑA PETRA Y EL CASTILLO DE SHOBAK


21/04/11

El despertador suena temprano porque queremos comenzar el día con un baño en la piscina del hotel. Buenas vista de Aqaba desde la azotea del hotel. Después de desayunar, unos cuantos nos dirigimos al mercado de Aqaba para mezclarnos con la gente que realiza sus compras diarias. En la panadería vemos al panadero que maneja con destreza la masa de pan como si fuera una pizza. Se deja fotografiar con amabilidad, sintiéndose protagonista del momento. En la misma panadería compramos unos dulces rellenos de dátiles y recubiertos de sésamo. ¡Riquísimos!
Nos toca hacer la maleta otra vez y viajar de nuevo. El autobús nos llevará hasta Petra en dos horas y media de trayecto. Paramos en un par de miradores para admirar desde la distancia las montañas que rodean la ciudad de Petra, hasta que llegamos a la localidad de Wadi Musa, y nos instalamos en un hotel a cinco minutos andando de la entrada principal a Petra. Es ésta una ciudad en cuesta que surgió tras la iniciativa del gobierno jordano por contar en exclusiva con Petra para su promoción turística. Los habitantes de Petra fueron trasladados a Wadi Musa, a casas más confortables que en las que vivían, y con el derecho de beneficiarse del comercio turístico que se genere dentro de Petra. Por la tarde visitamos la denominada "Pequeña Petra". Ernes nos comenta que es interesante visitar esta zona que la mayoría del turismo deja de lado, porque sirve de introducción para lo que nos toca ver mañana. Debo reconocer, que a pesar de nuestra galbana propiciada por el calor de las primeras horas de la tarde junto con una digestión inacabada, la "Pequeña Petra" tiene sus pequeños tesoros y el encanto de una breve visita que sirve para abrir boca. En esta pequeña ciudad de los nabateos podemos ver las tumbas y templos excavados en la roca, e incluso, lo que nosotros denominamos en la actualidad como bares, con sus asientos de piedra en donde descansar aprovechando el frescor de la sombra que proporciona la cueva. Subimos como cabras por una estrecha escalera que también está excavada en la roca hasta un balcón en donde admiramos las vistas que nos proporcionan estas singulares montañas. Dan ganas de seguir bajando y subiendo montañas hasta enlazar andando con la otra Petra, la que veremos mañana. Para completar las visitas de esta tarde, Beatriz, una integrante del grupo, nos propone una visita al cercano castillo de Shobak. El emplazamiento de este castillo es admirable. En lo alto de un cerro resulta inexpugnable, controlando todo su entorno y vigilando desde esa atalaya natural los defensores de este castillo podrían resistir y anticiparse a todos los ataques posibles. Como llegamos a última hora nos vemos obligados a realizar la visita a marcha ligera. A ritmo militar impuesto por el legionario/guía Samir circulamos por los pasillos y estancias de este castillo porque sólo disponemos de quince minutos. Terminamos el día cenando en un curioso bar cerca de nuestro hotel llamado "La cave bar", diseñado como si fuera una réplica de las tumbas que se pueden visitar en Petra. Una pena que las cervezas sean tan caras porque es un bonito lugar para tomarse unas cañas después del trabajo tan duro que es ejercer de turista todo el santo día.

martes, 17 de mayo de 2011

AQABA


20/04/11

Pasamos en pocos kilómetros del desierto del Wadi Rum al Mar Rojo. Nos despedimos del desierto de la misma forma que entramos: admirando la geografía de sus formas sentados en la parte trasera del jeep, con el viento cálido que circula por esos espacios abiertos acariciando nuestras caras. Hacemos la últimas fotos al monte más emblemático del Wadi Rum, el llamado "Los Siete Pilares de la Sabiduría". Se denomina así en honor al libro homónimo que escribió en su momento Lawrence de Arabia. No obstante, la pena de despedirnos finalmente del desierto se nos quita enseguida en el momento que nos acercamos a Aqaba, a orillas del Mar Rojo. Esta ciudad se encuentra enclavada en el Golfo de Aqaba y es la única salida al mar con la que cuenta Jordania. Como es un enclave estratégico la soberanía de este Golfo está compartida entre ellos, los egipcios, los saudíes, y cómo no, los israelíes. Nos instalamos en un hotel de cuatro estrellas con piscina, nos ponemos el bañador, y rápido, rápido, que nos vamos a unos veinte minutos de esta ciudad para disfrutar practicando snorkel en una playa seleccionada por nuestro guía Ernes. Alquilamos gafas y aletas, y antes de comer, hacemos nuestros primeros pinitos casi en la misma orilla del mar. Nada más que nos metemos en el agua comprobamos que el arrecife de coral está bien conservado. El agua transparente nos permite ver la variedad de colores, tanto del coral como de los peces de diversos tamaños que nadan tan cerca de nosotros que casi se pueden tocar con la mano. ¡Qué gozada! Da pena tener que salirse del mar para ir a comer pescado. Tras apaciguar a nuestras tripas nos vestimos con un traje de neopreno para aguantar más tiempo practicando el snorkel en una segunda sesión. En fila india y nadando paralelos a la costa disfrutamos nuevamente con las vista de este mar tamizado de colores hasta que llegamos a la altura de un tanque sumergido en el fondo del mar. Media vuelta a ritmo más tranquilo, saboreando la experiencia de sentirse rodeados de peces de colores, y se acabó la sesión de snorkel. Ya hemos hecho hambre para cenar. Se impone por este orden una ducha en el hotel, un paseo por la ciudad en busca de las especias que tanto nos han gustado en el desierto (en una tienda nos hacen una mezcla de especias diferentes que nos resulta de un sabor más picante que el que probábamos en el desierto, pero tras regatear un poco, lo justo para no sentirnos estafados del todo, nos vamos con nuestra bolsita en la mano), y a cenar a un restaurante cercano al hotel. Comemos los típicos entrantes a base de hummus (puré de garbanzos), babaganuch (puré de berenjena) y tabouleh (ensalada árabe) que tanto nos gustan y te sirven en la mayoría de los casos como aperitivo. Hoy juegan en España la final de la copa el Barça y el Real Madrid. ¿En España? Sí, parece que en vez de jugarse allí, se va a jugar en Aqaba. Hay mucha animación por las calles, con la gente vestida de blanco o de blaugrana, los colores de sus equipos a nivel internacional, que nos choca a más de uno. La mayoría decidimos ir a un bar en donde nos den cerveza con alcohol para ver el partido. Pera, un catalán del grupo vestido con la camiseta del barça, sufre con cada jugada fallida de su equipo hasta que al final el Real Madrid se lleva el gato al agua en un contragolpe. Entretanto nos hemos bebido tres o cuatro cervezas de medio litro a cinco dinares la consumición. Como en Jordania es difícil encontrar alcohol pagamos resignados el dinero que haga falta. Si me vienen los del programa "Españoles por el mundo" a preguntar que hecho en falta de mi país no diré el jamón, sino la cerveza. ¡Cerveza fresca por favor!

lunes, 16 de mayo de 2011

WADI RUM


19/04/11

Nos despiertan los pájaros que revolotean a nuestro lado. Toca levantarse, lavarse la cara y desayunar tortilla de vegetales con especias, yogurt con especias, pan de pita con especias, tomate con especias, etc con especias, una mezcla muy rica elaborada con pimentón, orégano, cilantro, cardamomo, sésamo, etc. Ya con la barriga llena partimos en nuestros jeeps para visitar el desierto de Wadi Rum. Anteriormente os he hablado de este desierto, que se caracteriza más que por las típicas dunas que siempre relacionamos con este tipo de paisaje, por las montañas de formas caprichosas que sobresalen por toda la extensión del Wadi Rum. Un ejemplo: escalamos hasta la parte superior de un puente natural de roca en donde nos sacamos las típicas fotos de grupo. También vemos la antigua casa de verano de Lawrence de Arabia que ahora no es más que una pared de piedra, eso sí, con unas vista preciosas del desierto de Wadi Rum. Otra parte de este completo recorrido por el desierto nos lleva a conocer unas inscripciones antiguas en la roca de una montaña, a subirnos a la duna más grande para que algunos se tiren desde su cima para acabar como una croqueta de arena, etc. Almorzamos a pie de otro bello rincón de Wadi Rum con nuestra bolsa de pic-nic que será una constante durante varios días de este viaje. Y una vez recargadas las pilas nos toca montar en camello. Que sí, que no, que si es una turistada, que aquí es más barato... Acabamos la mayoría del grupo subidos a la chepa del camello, haciendo risas por la dolorosa monta que provocaba en nuestra rabadilla el traqueteo del bicho. A la tarde toca paseillo. Andamos hasta una roca que nos sirve de atalaya para contemplar el cambio de luz fruto del anochecer en el desierto. Aunque sea un tópico, de verdad que se sienta paz y relajación de espíritu. Nos espera una sorpresa para la cena en nuestra última noche en el desierto. Nuestro cocinero jordano nos prepara un plato típico beduino. En un agujero previamente excavado en la arena se hace un pequeño fuego, se mete la comida (verduras, arroz, cordero, etc) en ese horno natural bien tapadito para que no entre la arena y se deja haciendo unas tres horas. Una vez que nuestro orondo cocinero estima que ya está en su punto, desentierra la parrilla con los alimentos y listo para comer este plato cocinado exquisitamente mejor que si se hubiera elaborado en el horno de casa. Esta noche toca dormir dentro de la haima porque ha refrescado bastante más que la noche pasada. Ni el fuego de la hoguera anima a la mayoría del personal a dormir al raso.

jueves, 12 de mayo de 2011

WADI DANA Y WADI RUM


18/04/11

Hoy toca madrugar un poco para que no nos coma el sol en el camino de bajada por el barranco de Wadi Dana. El sendero, en su primer tercio, salva el mayor desnivel del recorrido (unos mil metros en total) y las piedras son una constante que incomoda a más de uno en su descenso. Ernes, nuestro guía, se muestra un tanto preocupado ante la falta de costumbre de varios miembros del grupo ante este tipo de situaciones, sobre todo si no se dispone del calzado más adecuado para realizar senderismo. "¡Hay que leerse el programa del viaje!", nos recuerda Ernes aunque ya sea tarde. Y esto es sólo el comienzo, porque tras el té servido a mitad del camino, los primeros síntomas de insolación se ceban en dos personas del grupo. "¡Hay que llevar un gorro para protegerse del sol y beber agua para no morirse de sed!", nos recordamos unos a otros a pesar de que ya sea tarde. "¡Qué paciencia tienen los guías!", pienso mientras levanto las piernas a una de las implicadas que previamente se ha tumbado a la sombra del único árbol que crece en el entorno. Tras más de seis horas de marcha llegamos todos a nuestro destino, incluso el burro que acarrea la carga a aquellos que no llevan mochila, que pasa también a ser el mejor medio de transporte para los que se encuentran con las reservas bajo mínimos. Atrás hemos dejado un paisaje semidesértico, en donde pobre familias de beduinos han instalado sus haimas que el gobierno abastece de agua mediante una canalización kilométrica de tubos paralelos al camino. Tras esta pequeña aventura, reponemos fuerzas en un albergue perdido en el desierto, y ya con mejor cara, nos recogen los vehículos todoterreno para enlazar con el autobús que nos llevará hasta Wadi Rum. Nadie pone pegas ni por el aire acondicionado del autobús ni por el del supermercado de la gasolinera de Aqaba en donde paramos para repostar gasolina para el autobús y frutos secos y dátiles para las personas. Es que el calor del día ha provocado que se encendieran las alarmas del personal. Y como parece que hoy sólo cuento adversidades, me explayaré un poco contando la maravillosa impresión que me llevé nada más llegar al desierto de Wadi Rum. La belleza del paisaje está formado por la unión entre la arena y las cadenas de montañas. Éstas últimas tienen formas diversas gracias a la erosión provocada por el viento, que ha esculpido a su antojo estas montañas de arenisca. Viajamos nuevamente en todoterreno hasta el emplazamiento de nuestro campamento. El viento refresca nuestras caras que se muestran alegres ante la contemplación de tan bello paisaje. Esta sensación se acrecienta en el momento que llegamos hasta donde está situada nuestra haima. Escondida en un pequeño entrante de una montaña y protegida por sus elevadas paredes, se encuentra este lugar idílico para sentir plenamente la vivencia del desierto. No conozco mejor forma de evadirse del mundo. Tras la cena y la animada charla frente al fuego, la mayoría decidimos dormir al raso ya que la noche se presenta muy cálida.

jueves, 5 de mayo de 2011

AGUADILLAS EN EL MAR MUERTO


17/04/11

¿Las vacaciones son para descansar? No, que yo sepa. Desde que viajo al extranjero con "agencias de viaje alternativas" sé que a la mañana siguiente el guía de turno nos obligará a levantarnos temprano para realizar todas las actividades programadas. Y como nos hemos acostado bastante tarde la noche anterior por culpa del largo viaje en avión que nos hemos "tragado", pues nada, toca madrugar y quitarse las legañas de la cara para estar mínimamente presentables en el desayuno. En fin, que toca hablar de las actividades del día. Tras reponer fuerzas con un suculento desayuno, y con la mente un poco más despejada, nos dirigimos al monte Nebo, vía Mádaba. Viajamos en un autobús enorme, sobre todo si pensamos que somos sólo doce personas las que formamos el grupo. Cuenta la leyenda que desde este mirador natural vio Moisés la Tierra Prometida. No se que vería o se imaginaría el profeta en su tiempo, porque ahora todo el valle del río Jordán es un secarral, gracias sobre todo al gobierno israelí que se ha apropiado del escaso caudal para regar sus tierras de cultivo. Según Shamir, nuestro guía jordano con sangre española, el 80% de Jordania es territorio desértico, y el 20% más fértil se encuentra localizado al norte de Amman, la ciudad de las siete colinas. Después de recrearnos con tanta simbología desandamos el camino para volver a Mádaba. Mientras nosotros visitamos la iglesia de San Jorge, en plena celebración religiosa correspondiente al domingo de ramos, nuestro guía nos consigue un buen cambio de moneda y unas cervecitas para refrescarnos en los días que estemos en el desierto. ¡Un hurra por nuestro guía Ernes! ¿Y en la iglesia de San Jorge qué pudimos ver? Un mosaico que muestra el primer mapa de la península del Sinaí, aunque las zonas aparecen reflejadas de manera invertida, una iglesia bellamente policromada y mucha fieles con sus cruces de palma cosidas en sus vestidos a modo de colgante. Tras callejear un poco por el pueblo nos volvemos a montar en el autobús para dirigirnos al mar muerto por una carretera que desciende hasta casi los cuatrocientos metros por debajo del nivel del mar. Nos ponemos los bañadores y al agua patos que hace mucho calor. ¡Milagro! ¡Hasta yo que estoy flaco como un palo floto de maravilla! Que no; que es que estas aguas tiene hasta un 30% de sal y por eso se tiene esa sensación de flotabilidad. Las chicas del grupo, que son más coquetas, aprovechan también para untarse de barro todo el cuerpo, ya que los espabilados del complejo ha montado este negocio, que antes era gratis según nos cuenta nuestro guía. Corriendo, corriendo, nos vamos a las duchas de agua fría para quitarnos la capa de sal que enseguida se hace costra en nuestra piel por efecto de la rápida evaporación. La sensación final es que sientes como si te hubieras untado una capa de aceite por todo el cuerpo, o sea que sí, que realmente parece que las aguas del mar muerto tienen efectos beneficiosos para la piel. Nuestro viaje de hoy finaliza en Wadi Dana, en donde nos alojamos en un albergue con mucho encanto regentado por una americana. El sobrio pueblo se eleva a más de 1.300 metros sobre el nivel del mar, en la cabecera de un gran barranco que mañana nos tocará patear. Estamos en la reserva natural de Wadi Dana, pero ya adelanto que no veremos ningún animal de la fauna autóctona de esta parte del país, pero si unas vista maravillosas que nos acompañarán durante todo el recorrido.

miércoles, 4 de mayo de 2011

EN VUELO HACIA AMMAN


16/04/11

Si partimos que todos los viajes hasta llegar al destino son una auténtica pesadez, el vuelo desde Madrid hasta Amman con su escala en París resultó ser lo que se suponía: una auténtica pesadez. Ni con la interesante lectura de "Nocilla Lab" las horas que permanecí encajonado en mi asiento pasaron lo rápido que hubiera deseado. La anécdota de este viaje fue la coincidencia en el avión con muchas familias que contaban como destino Disney París. Y claro, flotaba en el ambiente del avión un efluvio a pedo por culpa de tanto niño, que con la consabida intermitencia, penetraba de forma desagradable en nuestras fosas nasales. Sobrevivimos a esta primera escala gracias a nuestro instinto de supervivencia, que en estos casos nos avisa urgentemente para que aguantemos sin respirar el tiempo necesario hasta que se disipe el mal olor. Por fin se llegó a Amman, y dada la experiencia en casos similares, presumía que los trámites para conseguir el visado serían largos y tediosos. Pero no, el personal de la agencia turística contratada por Banoa en la capital Jordana resultó ser muy eficiente y conseguimos salir con nuestras maletas antes de lo esperado. ¿Por qué los aeropuertos están tan lejos de las ciudades? Ya sé que no siempre se cumple esta premisa, pero en la mayoría de los casos el viajero acaba "comiéndose" más de una hora de taxi o autobús hasta llegar por fin a su hotel. El de Amman debe estar en medio de la nada a juzgar por el tiempo que tardamos en llegar a nuestro hotel, un alojamiento de cuatro estrellas que la agencia jordana nos ofrecía por el mismo precio que el típico hotel turista que caracteriza los viajes de Banoa. Fue una primera señal positiva para nosotros, ya que la crisis desencadenada por las revueltas árabes había provocado una caída del turismo que nos iba a beneficiar el resto del viaje. Pero no me voy a adelantar a los acontecimientos, porque eso se contará a su debido tiempo.