miércoles, 4 de mayo de 2011

EN VUELO HACIA AMMAN


16/04/11

Si partimos que todos los viajes hasta llegar al destino son una auténtica pesadez, el vuelo desde Madrid hasta Amman con su escala en París resultó ser lo que se suponía: una auténtica pesadez. Ni con la interesante lectura de "Nocilla Lab" las horas que permanecí encajonado en mi asiento pasaron lo rápido que hubiera deseado. La anécdota de este viaje fue la coincidencia en el avión con muchas familias que contaban como destino Disney París. Y claro, flotaba en el ambiente del avión un efluvio a pedo por culpa de tanto niño, que con la consabida intermitencia, penetraba de forma desagradable en nuestras fosas nasales. Sobrevivimos a esta primera escala gracias a nuestro instinto de supervivencia, que en estos casos nos avisa urgentemente para que aguantemos sin respirar el tiempo necesario hasta que se disipe el mal olor. Por fin se llegó a Amman, y dada la experiencia en casos similares, presumía que los trámites para conseguir el visado serían largos y tediosos. Pero no, el personal de la agencia turística contratada por Banoa en la capital Jordana resultó ser muy eficiente y conseguimos salir con nuestras maletas antes de lo esperado. ¿Por qué los aeropuertos están tan lejos de las ciudades? Ya sé que no siempre se cumple esta premisa, pero en la mayoría de los casos el viajero acaba "comiéndose" más de una hora de taxi o autobús hasta llegar por fin a su hotel. El de Amman debe estar en medio de la nada a juzgar por el tiempo que tardamos en llegar a nuestro hotel, un alojamiento de cuatro estrellas que la agencia jordana nos ofrecía por el mismo precio que el típico hotel turista que caracteriza los viajes de Banoa. Fue una primera señal positiva para nosotros, ya que la crisis desencadenada por las revueltas árabes había provocado una caída del turismo que nos iba a beneficiar el resto del viaje. Pero no me voy a adelantar a los acontecimientos, porque eso se contará a su debido tiempo.

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