jueves, 3 de marzo de 2011

EL ESTATUS


Cuando me leo un libro sin una mínima continuidad me pasa lo que me pasa. ¿Y qué me pasa? Pues que pierdo el hilo de la trama, los detalles pasan a ser sombras oscuras en mi memoria y mi poder de valoración queda en entredicho y se convierte en totalmente cuestionable. Y para colmo, ahora tengo que escribir una entrada sobre el último libro que me he leído en esas circunstancias. Se trata de "El estatus", de Alberto Olmos. Me ha gustado menos que Trenes hacia Tokio, pero también me ha parecido más inquietante. ¿Eso es bueno o es malo? Depende. Cuando se trata de leer un libro al que hay que "escuchar" detenidamente, este adjetivo de "inquietante" puede que sea positivo. Y Estatus es de ese tipo de novelas que admiten múltiples explicaciones porque también tiene muchas voces ocultas tras sus palabras escritas. ¡Todo muy inquietante! Eso sí, no se parecen en nada los dos libros mencionados, es como si el autor no quisiera repetirse como hacen otros escritores cuando se trata de aprovechar un filón. Este libro, en cambio, es más un salto al vacío pese a su apariencia tradicional. Sí, porque se arriesga a que un primer lector que se acerque a su obra se pueda perder en los recovecos de la trama de "El estatus" y decida borrar de la lista de escritores imprescindibles a Alberto Olmos. Yo no, yo seguiré leyendo los libros de Olmos aunque me dejen con tantas preguntas sin resolver. ¿Por qué? Porque asumo mi culpa. ¿Y por qué más? Por ser un lector "guadiana" (un día leo dos páginas,otro nada, mañana Dios dirá).

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