miércoles, 9 de marzo de 2011

ESQUIANDO EN OPACUA


En Vitoria disfrutamos de vez en cuando de poder contar con la nieve bien cerca de casa. Gracias a esta última nevada caída en en los montes alaveses, que no sé si será la última de este raro invierno, el domingo estuvimos esquiando en el puerto de Opacua. Este puerto de montaña situado a unos mil metros de desnivel, es de los primeros que se cierran en la provincia en cuanto caen cuatro copos de nieve. En su cima no hay mucha infraestructura para aparcar el coche y sobre todo cuando nieva es complicado decidir donde dejas el vehículo. Por eso, una vez que llegamos a nuestro destino y cogemos el desvío de la pista en donde se encuentran varios parkings, comprobamos que todos están llenos de vehículos. Nos vemos obligados a seguir la marcha por la pista hasta que llegamos a un punto en donde la cantidad de nieve acumulada nos acojona. Buscamos marcha atrás el lugar más adecuado para darnos la vuelta. Son necesarias varias maniobras, y los músculos de Elena y dos voluntarios más que justo pasaban por allí, para salir de la trampa de nieve en la que nos hemos metido por cabezonería. Una vez solventada la situación, agradecemos encontrarnos alejados de la marabunta que rodea a las estaciones de esquí (en algunos casos denominadas "dominios esquiables", como si fueran territorios surgidos del "Señor de los anillos"), y nos disponemos a esquiar en plan más rústico entre hayedos y campas nevadas. Nos desplazamos aprovechando las rodadas que un todo terreno ha dejado en la pista que conduce a los Rasos de Legaire. Improvisando, saltamos de lado a lado de la pista esquivando las zonas en donde la nieve escasea. En varias ocasiones tenemos que atravesar con los esquís puestos, como si fuéramos patos, alguna que otra zona más amplia de "calvas", incluso, nos mojamos las botas de esquiar atravesando un riachuelo que se cruza en nuestro camino. Ningún obstáculo nos resulta infranqueable. Y, poco a poco, deslizando nuestro esquís a buen ritmo, llegamos hasta los rasos de Legaire. Allí reponemos nuestras fuerzas comiéndonos un buen bocata de jamón mientras el sol calienta nuestras espaldas. No se me ocurre nada mejor para pasar un buen día en el monte, ni mejor ocasión para estrenar la cámara de fotos que me ha regalado Elena por mi cumpleaños.

1 comentario:

  1. Pues solemos coger bastantes papeletas para que esos musculosos, ejem, voluntarios, si es que iban sobre tablas de fondo, fuéramos un amiguete y yo.

    Saludos vitorianos fondistas

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