Si
tuviera que citar un lugar en el mundo de los que he visitado en donde
considero que la vida de sus habitantes es muy dura, no dudaría en
mencionar en primer lugar de la lista a Groenlandia. He viajado a países
desérticos en donde la gente se muere de hambre y de sed, pero aunque
en Groenlandia eso es impensable, en este territorio se juntan tres
factores que en mi opinión resultan determinantes para que lo considere
de una crudeza extrema: la falta de luz en invierno con sus noches
encadenadas mes tras mes, las bajas temperaturas que dejan el continente
helado, y el aislamiento de sus ya escasos pobladores.
Mi
viaje a Groenlandia ha sido en la primera quincena de agosto. En esas
regiones polares, el día es mucho más largo que la noche por esas
fechas, las temperaturas son más bien otoñales y la gente que vive más
aislada recibe incluso la visita de turistas que acampan cerca de sus
casas. Esta situación sólo dura unos tres meses. No obstante, también en
verano se aprecian los cambios constantes del tiempo. Si el día nace
soleado lo normal es vestirse con una camiseta de manga larga. Si de
repente se nubla, baja la temperatura y hay que ponerse un forro ligero.
Y si sale el viento, la sensación térmica hace que baje más la
temperatura y sea necesario abrigarse con un "plumas", el gorro y los
guantes. Es fácil pasar frío si no se tiene la precaución de contar con
varias capas con las que abrigarse. Y si tenemos en cuenta que lo más
previsible en la típica estancia de quince días en Groenlandia es que
uno o varios días llueva, y que la mitad del viaje se pasa en
campamentos al aire libre en donde se duerme en tienda de campaña, y que
se realizan unos cuantos trekings para acercarse a pie de glaciar y
otros en los que se sube a un par de cimas para contemplar el paisaje
alpino de sus montañas, esto se traduce en que la previsión del tiempo
marca el desarrollo de todo el viaje. Resulta tan imprevisible que
incluso el guía de nuestro viaje no se fía de las previsiones a más de
24 horas. Y todo este rodeo espero que sirva para contestar a la típica
pregunta que todo el mundo me ha hecho sobre si hacía mucho frío en
Groenlandia.
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