miércoles, 22 de septiembre de 2010

OMORATE


09/08/10


Hoy es nuestro último día en Turmi y nuestro destino nos lleva hasta Omorate, una población cercana a la frontera con Kenia y pegada al río Omo. Justo cuando llegamos a un puesto de control militar para poder transitar por esta región, nuestro guía nos dice que es necesario que presentemos el pasaporte. Como no nos había avisado con antelación dos personas del grupo no lo llevan consigo, con lo que Mati tiene que pagar un pequeño soborno por su metedura de pata. Ya en Omorate cruzamos el río Omo en unas embarcaciones muy rudimentarias. Son unos troncos vaciados y estrechos no recomendados para personas obesas, ya que hay que viajar sentado debido a su inestabilidad. En la otra orilla nos espera un poblado de la etnia Dassanech que son seminómadas como podemos comprobar enseguida. Las míseras chozas donde viven esta gente están hechas a retales con el fin de posibilitar su traslado lo más cómodamente posible. Desde que estamos en esta región nos ha llamado la atención los objetos con los que se decoran los nativos, pero lo de esta etnia resulta más llamativo si cabe, porque se adornan la cabeza con un montón de chapas de botellas unidas por una cuerda. Volvemos a cruzar el río Omo conducidos percha en mano por “gondoleros” etíopes. Primero, remontan el río por la orilla ayudándose con la percha gracias a que la corriente es menor, para luego dejarse llevar por la misma hasta la otra orilla del río.

De vuelta al camping nuestro guía nos propone una visita al mercado de Turmi por la tarde. Después de comer, con un calor de justicia y abandonados a nuestra suerte por Mati, que aprovecha cualquier ocasión para escabullirse y ponernos en manos de un guía local, recorremos sin ganas el pequeño mercado de Turmi. La visita es corta y la desidia comienza a imponerse en el ambiente del grupo. Regresamos al camping para tomarnos el resto de la tarde libre. Mientras leemos el número especial de la revista Altair sobre Etiopía, uno de los niños que están trabajando en el bar se pone a curiosear las fotos y descubre que en una de ellas aparece un primo suyo. ¡El mundo es un pañuelo!

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