lunes, 20 de septiembre de 2010

LOS KAROS Y LOS HAMMER


08/08/10


Nos hemos levantado temprano porque tenemos que visitar un lejano poblado de la etnia Karo. El viaje hasta ese recóndito lugar junto al río Omo dura más de dos horas por pistas en bastante mal estado. Me figuro que en la época de lluvias estos caminos se volverán intransitables hasta para los todoterrenos. Cuando llegamos al poblado nos espera una comitiva de recepción bastante llamativa. Un grupo de hombres con sus cuerpos pintados y kalasnikov en mano, posan para nosotros con el fondo de un meandro del río Omo. ¡Coño, si es la misma foto que aparece en la revista altair! Está claro que si queremos sacar una foto con tales modelos habrá que pagar los birr correspondientes. Damos nuestros primeros pasos por las chozas del poblado seguidos, cómo no, por un grupo de niños que nos reclaman una foto, pero eso sí, sin la brusquedad de los Mursis. Hace calor, mucho calor en esta región de Etiopía, con lo que tras la visita a las chozas del poblado buscamos la sombra que nos proporciona el techado de lo que parece ser el lugar de reunión del pueblo.

A la tarde asistimos a una boda de la etnia Hammer con su trandicional “salto de las vacas” por parte del novio. El ritual comienza horas antes, cuando las mujeres que forman parte de la familia del novio son azotadas en la espalda mediante varazos. Desde nuestro punto de vista resulta bastante injustificado, pero el significado de este antiguo ritual no es otro que hacerle ver al novio que son tan fuertes que pueden sobrevivir sin el hombretón de la familia. La ceremonia continua con los bailes y saltos en círculo por parte de las mujeres Hammer, que con sus movimientos hacen sonar los cascabeles que llevan en sus piernas, mientras otras hacen sonar unos cuernos de vaca para dar mayor fuerza simbólica a esta parte del ritual. Y para finalizar, los hombres agrupan a un rebaño de vacas y disponen en fila a diez de las elegidas. Una vez que están bien sujetas las reses sólo falta que el novio, totalmente en “pelotillas”, salte sin caerse seis veces por encima de sus lomos. Si lo logra, hay boda. Al principio, cuando nuestro guía nos propuso si queríamos asistir a una boda que nos costaba 200 birr por persona, pensamos que era una “turistada”. Y sí, no parece que sea casual que justo en agosto haya bodas hammer todos los días, pero también hay que decir que no hay que perderse este ancestral ritual de “sangre, sudor y polvo”.

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