lunes, 23 de abril de 2012

Diario de invierno







Los fines de semana están pensados para terminar de leer los libros que llevan un tiempo esperando desesperadamente que los dejes reposar en las estanterías. Los pobres libros ya están hartos de tanto manoseo, de tanto viaje por el mundo, y pasan del bookcrossing que está tan de moda en estos tiempos en los que todos somos muy modernos. 


Después de esta introducción que no sé si viene a cuento toca hablar del último libro de Paul Auster. Empecemos con el primer pensamiento que me ha generado esta lectura. Primero: todos los libros que he leído de Auster me han gustado. Segundo: el tío me cae bien, es majo, no va de escritor estrella. Tercero: no hay nada más que añadir a lo anterior. Y como no podía ser menos, este Diario de invierno me ha gustado. Que algunos comentarán eso de que el tío es un pesado, que le ha dado por describirnos todas las casas en donde ha vivido (a mi me ha parecido una manera original de contarnos su vida). Otros dirán que si nos detalla todos sus escarceos amorosos, ligues, novias, etc (un detalle muy humano que daría mucho juego en el Sálvame). Y pienso yo, ¿una de las cosas más importantes que debe ofrecernos un libro no es el entretenimiento? Es que hay muchos libros aburridos circulando por el mundo, muchos libros engordados a base de comida rápida que te dejan hastiado en las primeras veinte páginas. No es el caso de Diario de invierno. Creo que Auster se ha desnudado lo suficiente, y totalmente en "pelotas", nos muestra de una manera clara y diáfana que sabe escribir y contar historias que no nos dejan con un agujero en el estómago. 


Otro pensamiento en alto: esta mañana he corrido una carrera popular en mi ciudad, y sé lo importante que es el llevar un ritmo adecuado para no fundirse en el empeño (hay que llegar a la meta dando una buena imagen, que si te ven los amigos cruzar la meta con la cara desencajada pasarás durante una buena temporada a formar parte de su imaginario popular). Por eso, y como sé un poco de lo que hablo, tengo que reconocer que me gusta el ritmo con el que escribe Auster sus libros. Su estilo no funciona a base de tirones, de cambios de ritmo que te dejan sin aliento. Su escritura es mas bien reposada, fruto de la experiencia de una persona que lleva muchos años en este mundo de la literatura y que ya ha atravesado esa etapa "invernal" de su vida con mucha dignidad. Merece todo mi crédito.

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