martes, 21 de abril de 2015

SUEÑOS DE TRENES DE DENIS JOHNSON



Destaco tres citas de este libro que me sirven para recomendar su lectura:

"El primer beso lo hizo desplomarse por un agujero y salir por el otro lado a un mundo donde le pareció encontrar su lugar; como si hasta entonces hubiera estado forcejeando en contra dirección y ahora diera media vuelta para seguir la corriente. Se pasaron la tarde entera besándose entre las margaritas. Él se sentía en la gloria, y más lleno de pasión de lo que se suponía que era capaz".

Hay romanticismo, con besos que surgen apasionados fruto de un primer amor. Momentos dulces y de una gran pureza, que en ningún momento resultan cursis para el lector. 

"Así que he agarrado el rifle por el cañón y le he intentado arrear al chucho con la culata a ver si paraba de faltarme al respeto y de pronto ¡pum! Me he visto sentado en el suelo en un abrir y cerrar de ojos. Luego me he visto tumbado y he visto el cielo alejarse de mí hacia donde no debía. ¡Señor Grainier, me he llevado un disparo¡"

Hay fina ironía que sirve para desdramatizar muchos pasajes del libro de dureza incuestionable. La naturaleza se muestra implacable, con crudos inviernos e incendios que arrasan con todo vestigio de vida. Y también es dura la vida de sus moradores: leñadores que trabajan hasta que el cuerpo aguante, indios que beben hasta alcoholizarse y gente que vive aislada en medio de un paisaje inabarcable y al que se tienen que acomodar.

"Él empujó el banco contra la pared, se reclinó hacia atrás y se quedó adormilado. Un tren que pasó por el valle no lo despertó, sino que se limitó a entrar en su sueño. Más tarde, cerca del alba, un ruido mucho más tenue lo sacó de su letargo. La chica-lobo se había despertado. Y se estaba marchando".

Y por último, hay mucha poesía en este libro de ensueño, que juega con la magia de las palabras, y que nos despierta de ese largo letargo en el que vivimos para mostrarnos una versión diferente de la realidad.

Aventura, romanticismo, ironía, espectaculares paisajes. Los ingredientes habituales de cualquier cuestionable bestseller, que gracias a un estilo conciso y sin excesos, nos ofrece una gran novela incuestionable.

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