viernes, 27 de febrero de 2015

ESTUDIO EN ESCARLATA DE CONAN DOYLE


"Estamos ante un misterio que estimula la imaginación, y donde no hay imaginación no hay horror".

Esta frase debería ser la máxima de todo libro de misterio. Es una idea entresacada de la novela "Estudio en escarlata" de Arthur Conan Doyle. Nos anticipa el horror que vamos a encontrar en sus páginas. Nos advierte que la sordidez no sólo se encuentra en las calles y suburbios más deprimentes de una gran ciudad. Y si no que se lo digan a Conan Doyle, que es capaz de imaginar esta historia en el lejano oeste, allá donde las caravanas de pioneros iban en busca de territorios en los que rehacer sus vidas. Es una historia cargada de crueldades, sazonada con grandes dosis de venganza, y presta a servirse en un ambiente gélido y salvaje en donde los sentimientos humanos han sido pisoteados por la intransigencia del fanatismo religioso. No obstante, en la primera parte del libro nos presentan por primera vez a la pareja protagonista de toda una famosa saga de novelas detectivescas: Sherlock Holmes y el doctor Watson. Somos testigos de cómo se conocieron y también cómo avanza su relación a medida que se van adentrando en la resolución del asesinato del libro. Más tarde, tras un giro radical de la narración el relato cambia de escenario hacia el lejano oeste americano para poder explicarnos el motivo del crimen. Es la parte más convencional, más aburrida del libro. Me quedo con toda seguridad con la primera parte de la novela, con su investigación del crimen y con la presentación de estos dos personajes tan imaginativos para la historia de la novela de misterio.

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