martes, 19 de mayo de 2015

Mendel el de los libros de Stefan Zweig


Concentración frente a la dispersión que caracteriza nuestro tiempo. Memoria frente al olvido que provoca la falta de responsabilidad de nuestros actos. Sencillez frente a las falsas apariencias y el "postureo" como imagen que pretendemos ofrecer de cara al exterior. Todo eso es "Mendel el de los libros", un libro ligero de peso pero cargado de enseñanzas.



"Le dí afectuoso la mano. "Quédeselo tranquila. A nuestro viejo amigo Mendel le habría encantado que al menos una entre los muchos miles de personas que le deben un libro aún se acuerde de él". Después me marché y sentí vergüenza frente a aquella anciana y buena señora que, de una manera ingenua y sin embargo verdaderamente humana, había sido fiel a la memoria del difunto. Pues ella, aquella mujer sin estudios, al menos había conservado el libro para acordarse mejor de él. Yo, en cambio, me había olvidado de Mendel el de los libros durante años. Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido".

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