domingo, 7 de junio de 2015

CARTAS DE JOSEPH ROTH




"Escribo cada día sólo para perderme en destinos inventados".

"Sólo conozco el mundo, creo yo, cuando escribo, y cuando dejo la pluma estoy perdido".

Leo las cartas de Joseph Roth, muchas de las cuales fueron dirigidas a su gran amigo, el escritor Stefan Zweig, y se me queda grabada una imagen, la de un hombre al servicio de la escritura. Todas sus penurias económicas y familiares no son más que males que limitan su capacidad para trabajar y merman su concentración en aquello que más le importa: escribir, escribir, escribir...

"¡Qué gran logro si pudiera uno concentrar toda su fuerza en el trabajo y no derrocharla en cien estupideces! Siempre creo que sólo el hombre puramente egoísta es capaz de explotar la total medida de su talento".

Y muchas de sus preocupaciones giran sobre el mismo problema: el tiempo que el escritor necesita para desarrollar su proceso creativo. Aunque éste, es un problema que incluso su mejor amigo Zweig, también no deja de darle vueltas Es como si estos escritores vivieran en un mundo diferente, que sólo se vale del mundo real para entresacar las historias que narran en su mundo de ficción.

"No se preocupe por la bebida. Más que arruinarme, me conserva. Quiero decir que el alcohol, sí acorta la vida, pero impide la muerte inmediata. Y para mí no se trata de alargar la vida, sino de impedir la muerte inmediata". 

No me extraña que en muchas ocasiones, ese camino resulte tan duro de transitar, tan solitario que sea fácil desorientarse, y tan empinado que se sienta el vértigo de las alturas desde esa nube en la que viven muchos escritores. Y ese vértigo, lo sobrellevó Joseph Roth trasegando litros y litros de alcohol a lo largo de su vida. Una vida que no piensa en el futuro, que intenta sobrellevar el presente con el único ánimo de escribir y escribir.

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