miércoles, 21 de abril de 2010

VIAJE POR EL RÍO NÍGER (6)


Amanece otro día precioso a orillas del río Níger. Nada más desayunar la ruta nos obliga a mojarnos los pies en el río para poder atravesarlo. Buenos, no sólo los pies. Ya en la otra orilla nos pegamos otra caminata bajo un sol de justicia. Tuvimos que hacer dos paradas para reagrupar a todo el personal, todas condicionadas por la presencia de algún árbol, por raquítico que fuera. Nunca tantos culos ocuparon tan poco espacio de sombra. Andando, andando, casi nos pasamos el pueblo en donde nos esperaban las pinazas. Me figuro que el despiste lo provocó el calor extremo, ya que sin la protección de la nube de polvo del Sahara, denominada en Níger “harmattan”, la temperatura ascendía a más de cuarenta grados, y esa circunstancia afectaba también hasta a nuestro aguerrido guía curtido en mil batallas. Una vez pasada esta anécdota sin importancia, pudimos avistar a la tarde unos cuantos hipopótamos refrescándose en el río. Los vimos a lo lejos, porque la fama de peligrosos les precede, y no era cuestión de ponerla a prueba. Para finalizar la “etapa reina” del día, a la tarde ascendimos al monte Kandadji. Desde esa atalaya pudimos admirar unos preciosas vistas: por un lado se extiendía el desierto del Sahara, y por el otro el semidesértico Sahel, cuya frontera queda delimitada por el río Níger. Tras el descenso pasamos con la pinaza a una isla rocosa para descansar en nuestro ya habilitado campamento. Luego baño, después aperitivo regado con “chantilly” antes de la cena y, cómo no, grata conversación tumbados bajo un manto de estrellas, disfrutando de una más de esas cálidas noches que nos ofrecía este viaje por el río Níger.

No hay comentarios:

Publicar un comentario