miércoles, 13 de marzo de 2013

PARQUE NACIONAL DEL CHOBE



Con la llegada al parque nacional del Chobe se produce un punto de inflexión en nuestro viaje. Hasta ahora hemos viajado en el camión habilitado por Kananga, arropados todo el tiempo por nuestro conductor, cocinero, asistenta de cocina y guía, pero ha llegado el momento de despedirnos de parte del equipo porque a partir de ahora dejamos el camión y nos convertimos en "turistas de etiqueta". Es una despedida aplazada porque con algunos de ellos nos volveremos a ver en la cena de despedida de Cataratas Victoria, justo antes de coger el vuelo de vuelta a nuestras casas. Pero eso será dento de unos día, ahora seguimos con Laura, nuestra guía del viaje que nos instala en un lujoso lodge desde el que salen los barcos cargados de turistas para contemplar la fauna del parque nacional del Chobe. Ahora nos toca compartir con otros turistas ese espacio que a lo largo de este viaje parecía que sólo era para nosotros y que hacía que nuestro viaje fuera especial. No obstante y dadas las circunstancias, merece la pena someterse a este borreguismo turístico con tal de contemplar la cantidad de animales salvajes que posan para nosotros a escasos metros del barco. Además del elefante, el animal por excelencia del Chobe, sobre todo nos llama la atención la cantidad de búfalos e hipopótamos que pastan a orillas del río. Es curioso como las distintas especies hacen su vida en el Chobe, mezclados o separados por manadas, pero todos en su conjunto representan un pequeño paraíso de la vida salvaje a orillas del río Okavango.
A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano para realizar con las primeras luces del día un safari en jeep por el parque del Chobe. Hay que adaptarse al ritmo de vida de estos bichos de hábitos nocturnos para que podamos conseguir ver incluso a los más esquivos, como son los leopardos y las hienas. A pesar de la desidia del conductor que nos guía por las pistas a un ritmo acelerado, conseguimos ver un grupito de hienas con sus pupilas iluminadas por los faros del jeep, y otros grupos más afortunados logran contemplar al animal más esquivo entre los esquivos: el leopardo. Más tarde nos enseñan las fotos que han captado ese momento y nos morimos de envidia. Es el peaje que hay que pagar por ser un turista más entre los cientos de turistas que salen cada mañana a ver a los animales salvaje del Chobe. Como nuestro jeep es el primero de todos los grupos, en vez de ver un leopardo somos testigos del paso de la comitiva que acompaña al presidente de Sudáfrica que se encuentra de visita oficial en Botswana. Los de seguridad nos hacen parar en la cuneta en el momento que pasan los coches con sus banderitas representativas, y cuando pasa el coche del presidente con su consorte, saludamos agitando nuestras manos y somos respondidos de igual forma por tan alta autoridad. Simbólicamente también nos despedimos así de Botswana, y pasando una nueva frontera, nos adentramos en Zimbabwe para ver las Cataratas Victoria, nuestro último destino de estas vacaciones.

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