viernes, 17 de febrero de 2012

USUARIOS DE BIBLIOTECAS





Un amigo que trabaja en una biblioteca me comenta que existe un tipo de usuario que responde al siguiente patrón: se trata de usuarios que deambulan a última hora por las zonas de préstamo de las bibliotecas husmeando entre las estanterías sin ningún criterio aparente. Teniendo en cuenta que un día cuenta con veinticuatro horas, y que la mayoría de las personas trabaja ocho horas diarias, o yo no hago las cuentas bien, o bien estos personajes presumo que llevan una existencia muy monótona y vacía. Y no estoy diciendo que sea malo recurrir a las bibliotecas en busca de cultura gratis, todo lo contrario, sino que estadísticamente a esta gente que no busca nada en concreto, tienen que acabar prestándole los mismos libros, películas y discos más de una vez. Y creo que a ellos no les importa nada. Sí, porque mi teoría es que van a la biblioteca para aliviar su necesidad de relación social. Toca socializarse como toca comer y beber. Y aunque muchos de ellos son unos pelmazos inaguantables, gente egoísta que ha fracasado en el trato diario con sus semejantes, necesitan de vez en cuando hacerse oír y que les oigan. Deambulan entre las estanterías como fantasmas, como almas en pena en busca de ese mismo libro que les fue prestado hace un año, o de esa película que ya han visionado diez veces a lo largo de su vida. No les motiva la novedad ni tampoco las ansias de conocimiento, ya que el único interés que les mueve es poder salir de su cueva para rozarse con más seres humanos. Y como son torpes al trato, se creen que la biblioteca es una prolongación de su casa y que pueden hacer y decir lo que les dé la gana. Son la queja continua, el usuario que toca biblioteca prescindiría de inmediato. Pero es en la biblioteca en donde se entrecruzan los caminos de todo usuario, los amables y educados, y los que se han perdido varios cursos de educación para la ciudadanía.

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