viernes, 14 de octubre de 2011

LAGO INLE

07/08/11 Nuestra primera excursión por el lago Inle nos lleva en barca hasta la pagoda Phaung Daw Oo que alberga una capilla en donde se veneran varias imágenes de buda que parecen bombones de la marca Ferrero Rocher. Sí, es que las figuras han perdido su aspecto humano para convertirse en una masa de foma redondeada gracias a la acumulación de pequeñas láminas de pan de oro por parte de los devotos budistas (no todos, porque sólo se permite a los hombres este acto religioso). Salimos de la pagoda para continuar la visita por el mercado instalado en las traseras del recinto religioso. Comparado con otros países, deambular por los puestos no resulta especialmente agobiante en Birmania. De vez en cuando, una tenaz comerciante te asalta para que compres sus productos, pero hasta el regateo resulta más gracioso que tedioso, porque todavía no están maleados por el turismo y ni ellos mismos se creen los precios de partida con los que intentan venderte un collar o una figura de madera. Con sólo un "is a good price for you" se pone fin al negocio y todos felices y contentos. Montamos otra vez en la barca para darnos una vuelta por la "pequeña venecia del sudeste asiático". Cruces de canales como si fueran cruces de carreteras (sólo faltan los semáforos pero no los postes de la luz), con sus palafitos de madera desafiando al agua, y con la gente asomada a las ventanas mientras tiende la ropa, o con los niños de risa contagiosa bañándose desnudos mientras sus padres realizan trabajos de mantenimiento en los bajos de sus palafitos al abrigo de la lluvia, etc, etc. Nos detenemos en varios talleres. El primero es un taller de telas en donde tejen a la antigua usanza, con sus telares manejados de forma maestra por mujeres que sonríen mientras las fotografiamos. El segundo taller es una herrería que nos sorprende con su duro trabajo alrededor del fuego. El fuelle se mueve al compás de los brazos de un niño mientras los hombres golpean con sus mazos de forma aleatoria el trozo de hierro incandescente que poco a poco se va moldeando gracias a la pericia del maestro herrero. El tercer y último taller es uno de tabaco. Los cigarrillos se elaboran de forma manual gracias al trabajo de unas jóvenes que tienen tan automatizado el proceso de elaboración que hasta parece que hacen trucos de magia con el rápido movimiento de sus manos. Yo creo que hasta uno se puede quedar hipnotizado si te quedas mucho tiempo mirando atentamente su trabajo. Regresamos al hotel sentados en nuestra barca, relajados, con la mirada perdida en ese horizonte de agua que es el lago Inle, viendo el tráfico que viene y va a lo largo y ancho de este vasto cuerpo de agua.

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