jueves, 4 de febrero de 2010

LA MEMORIA SIEMPRE ES MENTIROSA

Recuerdo que un día vinieron unos parientes lejanos a visitar a mi familia. Por diferentes motivos que no vienen al caso, hacía mucho tiempo que no los habíamos visto. Por lo tanto, la imagen que guardaba de ellos se remontaba a mi infancia, cuando todos los veranos viajábamos hasta Yebra, el pueblo de mis abuelos, previa paso por Miraflores de la Sierra, que era y sigue siendo la residencia de estos parientes. La memoria que siempre es mentirosa, provocaba que a lo largo de estos años los recordara con cierto prejuicio sin base ni fundamento; todo hay que decirlo. No es que los evocara por algún suceso negativo que de alguna manera hubiera marcado mi niñez; no. A decir verdad, mi memoria tenía grabadas sólo algunas anécdotas sin importancia. Nada que me hubiera marcado para el resto de mi vida. No obstante, alguna inseguridad me hacía recelar de la visita de mis parientes. Menos mal que no hay mejor forma de enfrentarse al miedo que mirarlo cara a cara. Y eso es lo que tuve que hacer el día que vinieron unos parientes lejanos a visitar a mi familia. Ahora sólo toca corresponder a su ofrecimiento y viajar un día de estos hasta Miraflores de la Sierra.

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