miércoles, 5 de diciembre de 2012

CATARATAS EPUPA



Hoy nuestro destino final nos lleva hasta las cataratas Epupa situadas justo en la frontera entre los países de Namibia y Angola. El río Kunene ha formado estas cataratas, creando un oasis con sus palmeritas incluidas en medio de un inmenso pedregal. Para llegar hasta este apartado lugar hay que recorrer muchos kilómetros de pista en mal estado que pone a prueba la mecánica de nuestro camión. ¿Merece la pena desviarse hasta este punto? Dejo la pregunta en el aire por si alguien que haya estado en este lugar quiere opinar al respecto.
Antes de llegar hasta Epupa hacemos una pequeña parada en el pueblo de Opubo para avituallarnos con lo necesario. Resulta curioso observar como conviven las etnias Herero y Himba en esta región de Namibia, sobre todo si coincides con ellos en un moderno supermercado. Si la escena se hubiera desarrollado en un típico mercado africano no resultaría tan llamativa, pero que coincidas con ellos moviéndote entre las ordenadas estanterías repletas de productos de primeras marcas, pasa a convertirse en una de las más llamativas anécdotas de este viaje por Namibia. Os describo la vestimenta de las mujeres Herero: colorido vestido victoriano hasta los pies y un sombrero en la cabeza que parece una cabeza de vaca. Y la vestimenta de las Himba: taparrabos, tetas al aire, piel y cabellera embadurnada de arcilla roja. No hace falta hacer una descripción más amplia para notar las grandes diferencias entre las dos etnias.
El emplazamiento elegido en Epupa para instalar las tiendas de campaña no puede ser más idóneo: altas palmeras que dan buena sombra junto a un brazo del río Kunene. En este camping pasaremos dos días (¡bien, que no hay que desmontar las tiendas ni el campamento al día siguiente!) y contaremos con el lujo de disponer de wifi en el bar del camping. Cuando se hace de noche, toca "whatsappear" con los familiares, comunicarse con ellos en donde menos esperábamos hacerlo.
Al día siguiente está programada una visita a un poblado de la etnia Himba. Nos desplazamos hasta allí en nuestro camión en menos de una hora. Resulta ser una visita concertada, y hay que aguardar el turno correspondiente como en la pescadería, para poder ser "atendidos" por los Himba. Como les hemos llevado comida, a cambio podemos hacer libremente fotos a todos los miembros del clan familiar. Los niños y las mujeres se prestan alegremente a la sesión fotográfica, bien posando en grupo, o bien a título individual no sin cierta coquetería. En cambio, los pocos hombres que hay en esos momentos se muestran un tanto distantes, como si ellos estuvieran por encima de estas situaciones. Terminamos la visita dentro de una de sus chozas, en donde nos recibe una joven mujer que por medio de un intérprete nos informa de sus costumbres y ritos. Se conoce que no es vergonzosa la himba, porque al final de la entrevista no duda en mostrar su interés por un miembro de nuestro grupo. Esta escena provoca la hilaridad de todos porque la himba parece que no tiene buen ojo al haberse interesado sexualmente por un gay.
A la tarde volvemos al camping para visitar con más detenimiento las cataratas Epupa. Un sendero nos lleva hasta un mirador natural en donde contemplar esta modesta cascada rodeada de baobabs que se asoman al vacío. Si se decide proseguir la marcha por el mismo sendero, éste te conduce hasta una pequeña y coqueta playa de arena en medio de la nada, en donde contemplamos las huellas de los animales salvajes que han saciado su sed no hace tanto tiempo. Se hace la noche, y el miedo provoca que me los imagine agazapados en la espesura, atentos a los movimientos de nuestro pequeño grupo. 

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