martes, 17 de enero de 2012

FRAGA





Me dice una amiga que muchas personas han celebrado la noticia de la muerte de Fraga descorchando en sus casas una botella de champán. Sorprendido, le pregunto por el motivo de tal afirmación, que yo reservo sobre todo para dirigirlo contra dictadores o personajes de semejante calaña. Ella me responde que la figura de Fraga en Vitoria, lugar donde reside, no es muy apreciada por culpa de los sucesos acaecidos en esta ciudad el tres de marzo de 1976. Me recuerda que en esas fechas Fraga estaba al frente del Ministerio de Gobernación, y por tanto, fue uno de los máximos responsables de la carga policial contra los obreros reunidos en asamblea en la iglesia de San Francisco, perteneciente al barrio de Zaramaga. Hubo cinco muertos por disparos de bala, y hasta hoy la Justicia, que parece que siempre está del lado de los poderosos, ha mirado hacia otro lado negando la evidencia. Lo siniestro de este caso es que algunos radioaficionados captaron varias conversaciones mantenidas entre mandos policiales que han pasado a la historia, pero no parece evidencia suficiente para la Justicia: "se nos ha agotado la munición", "hemos contribuido a la paliza más grande de la historia", "aquí ha habido una masacre". Increíble, pero cierto.
Años más tarde, Lluis Llach compuso la música del documental titulado "La revolta permanent" que narra fielmente los trágicos sucesos, dándole una mayor dimensión gracias a la categoría internacional del cantautor catalán.
A pesar de que en 1976 tenía solamente ocho años, mi amiga ha despertado el recuerdo que guardo de las manifestaciones que se vivieron en mi barrio, en donde los obreros montaban barricadas en medio de la calle, que la policía se encargaba de desmontar en cuanto lograban disolver a la gente a base de pelotazos y demás material antidisturbios. Los niños como yo, en los momentos de calma, jugábamos en la calle en medio de las barricadas con la mirada siempre alerta por si veíamos los vehículos policiales apareciendo por un extremo de la calle. A la menor señal de alarma corríamos "como gamos" a refugiarnos en los portales de nuestras casas, si antes no eramos advertidos por nuestras madres que vigilaban nerviosas desde las terrazas dada la peligrosidad del momento. Ese espíritu reivindicativo que se vivió durante esos días de marzo del 76 caló muy hondamente en algunos de nosotros, y unos años después, cuando ya estábamos en octavo de EGB, varios compañeros de clase quisimos conmemorar el tres de marzo con una huelga en el colegio. Hubo amenazas por parte de algunos profesores, pero me acuerdo que unos pocos aguántamos la presión a las afueras del recinto colegial hasta que apareció hecho un loco el director del colegio, persona muy conocida por el maltrato a sus alumnos, que consiguió llevarnos al redil a base de humillantes amenazas.
Mi amiga me dice que la historia la escriben los vencedores. Sabe que ahora que se ha muerto Fraga muchos medios de comunicación y políticos de renombre harán una semblanza muy positiva de su figura política. Los que mandan cuenta con los medios necesarios para que sólo se oiga su única voz, su único punto de vista. Por eso, mi amiga me recuerda este pasaje oscuro de la historia de Fraga, aunque también me dice que se le pueden achacar bastantes más en su larga trayectoria en el poder. Ella me dice que es su pequeña contribución a la memoria histórica, que algunos tratan de borrarnos de nuestras mentes al intentar imponernos la historia oficial.

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