En "la hora violeta" de Sergio del Molino,
el autor citaba que estaba leyendo este libro mientras se encontraba en
Barcelona por el tratamiento médico al que sometían a su hijo. Y como
tantas otras veces, me dejé llevar por una recomendación de la que no me
arrepiento.
¿Qué
pasa por mi cabeza cuando decido leerme un libro de mil doscientas
páginas? Acostumbrado a leer tantas novelitas de poco más de cien
páginas que me permiten escribir reseñas de ellos cada semana, de vez en
cuando me embarco en la tarea de "tragarme" un novelón (por lo menos en
lo referente a cuestiones de tamaño), que retarda mi presencia activa
en este blog. Parece mentira que últimamente no sepa escribir otra cosa
que no sean reseñas de libros. Y eso que en agosto me propongo junto a
mi pareja viajar hasta Groenlandia. Un viaje fascinante que prometo
contaros a su debido tiempo, también en este blog.
Ahora
toca hablar del libro de Casavella, el escritor que murió demasiado
joven y que tanto prometía en ese oficio. El protagonista del libro es
Fernando Atienza. Un niño que crece en un barrio marginal de Barcelona y
que a medida que discurre su historia el autor nos narra paralelamente
la crónica de lo que fueron esos años en la ciudad de Barcelona. Se
trataría de esa época entre la muerte de Franco, junto con los primeros
años de la democracia en España, hasta las Olimpiadas de Barcelona. Esta
localización en el tiempo nos permite conocer el surgimiento de una
clase política trepadora que busca el poder con todas sus fuerzas y que
choca con ese mundo marginal de drogadictos, putas y gente venida a
menos que deambula por los tugurios más turbios de la noche barcelonesa.
Miserias humanas que crecen en ese caldo de cultivo tan propicio para
la especulación y la picaresca en el arte de medrar; esa España pícara y
rancia del sálvese quién pueda y que valora las apariencias por encima
de todo. Y por ese mundo peligroso de arenas movedizas deambula Fernando
Atienza. Lo cuenta él mismo por medio de un extenso informe promovido
por el encargo de un personaje muy importante y misterioso (el que
quiera saberlo que se lea el libro). La vida del protagonista está llena
de muchas miserias, eso sí, narradas por Casavella con una sutil ironía
con la que pretende quitar hierro al asunto. Una prosa desbordante
caracteriza el estilo de Casavella con frases y pensamientos que se
alargan en el espacio renglón tras renglón. A veces me he perdido en su
lectura o me he chocado contra el sentido que el autor quiere transmitir
con sus palabras. Hay que tener mucha capacidad de concentración para
aguantar tanta intensidad. Por eso es fácil ahogarse en esa marea de
1200 páginas llena de matices y pensamientos abstractos, y en donde nada
es lo que parece.
Hasta ahora no había hablado del Watusi. Es el personaje más misterioso del libro (¿existe o es un mito?). La historia real del Watusi se transforma en leyenda gracias al boca-boca, y se extiende de forma incontestable por todos los barrios marginales de la ciudad. De esta forma, el origen del Watusi se confunde en las sombras que se generan cuando la mentira se transforma en verdad mientras nadie lo contraste. Un asunto muy actual que tiende a repetirse a lo largo de la historia cuando se trata de manipular a la gente. Y, así el Watusi resulta ser el chivo expiatorio, el "saco de las hostias", y creo yo, el personaje más ingenuo de todos los seres que pueblan este universo barcelonés en donde la ingenuidad casi no tiene cabida.
Hasta ahora no había hablado del Watusi. Es el personaje más misterioso del libro (¿existe o es un mito?). La historia real del Watusi se transforma en leyenda gracias al boca-boca, y se extiende de forma incontestable por todos los barrios marginales de la ciudad. De esta forma, el origen del Watusi se confunde en las sombras que se generan cuando la mentira se transforma en verdad mientras nadie lo contraste. Un asunto muy actual que tiende a repetirse a lo largo de la historia cuando se trata de manipular a la gente. Y, así el Watusi resulta ser el chivo expiatorio, el "saco de las hostias", y creo yo, el personaje más ingenuo de todos los seres que pueblan este universo barcelonés en donde la ingenuidad casi no tiene cabida.
"Quisimos
ser ingenuos por segunda vez, para perdonar y perdonarnos, y eso nos
partió por la mitad, estampados contra la roca de los tiempos, mientras
en el aire brillan cristales marinos".
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