lunes, 18 de julio de 2011

BIRMANIA


Ya falta poco. En pocos días nos enviarán los billetes de avión, compraremos dólares, reservaremos un hostal un par de noches en Madrid, y poco más. El viaje de agosto nos llevará hasta Birmania. Veinticuatro días alejados de la realidad diaria, de los asuntos cotidianos que pesan más de lo deseado. Desde la distancia todos estos asuntos se relativizan y pasan a convertirse en recuerdos que se los lleva el viento. Tiene que ser una gozada vivir un año con este planteamiento de vida. Viajar, por ejemplo a Birmania, regresar con la excusa de deshacer la maleta y poner unas cuantas lavadoras, y volar a otro destino cualquiera. Y así un año entero, o dos, o toda la vida. Viajar como proyecto de vida o como excusa para seguir viviendo sin ataduras. ¿Para qué volver? Porque para tener que enfrentarse a las mismas miserias de la vida, yo creo que es mejor olvidarse hasta de los cimientos de tu propia casa, y escapar, y escapar hasta desconectar tu cuerpo del ritmo laboral. Al fin y al cabo, el motivo por el que viajo no es otro que el de cuidar mi salud mental. Continuará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario