miércoles, 30 de mayo de 2012

MALÍ BLUES




La casualidad ha propiciado que leyera el libro MALI BLUES de Lieve Joris, una periodista belga muy curtida en viajes por el continente africano. Me explico: en una salida que hicimos a Barcelona para juntarnos de nuevo con algunos de nuestros antiguos compañeros de viaje por Birmania, Virtu nuestra anfitriona, tenía encima de su mesilla de noche este libro. Y como en su momento me llamó la atención, casualmente, mientras escuchaba la presentación del último trabajo de Doctor Deseo en la librería Elkar, me despité un rato y alejándome del resto del público, me acerqué hasta la sección de literatura de viajes, y ahí estaba ese libro. No obstante, la indecisión que me caracteriza, me provocaba pasar las páginas del libro sin todavía decidirme a comprarlo. Pero da la casualidad, vuelvo a decir, que en ese mismo momento, Francis el cantante del grupo, habló sobre una de sus canciones que hablaba sobre África, y más en concreto sobre su último viaje a Malí. Depués de tantas casualidades no me quedó más remedio que comprarlo, cosa de lo que no me arrepiento ahora que he terminado su lectura. Frases como éstas justifican plenamente su adquisición:

"A nosotros no nos importa que haga viento -contesta Kao-. Sobre todo, si sopla del oeste, porque no trae las imágenes de la televisión. Rompo a reír, convencida de que está bromeando, pero Kao Habla en serio. Cuando tiene el viento a favor es muy probable que la señal no se interrumpa en toda la noche".

"Los mauritanos piensan en términos de tonos de piel: cuanto más clara, mejor. Durante mi estancia en Mauritania me opuse en redondo a esta forma de pensar, pero nada más cruzar la frontera he caído en la cuenta de que yo también he comenzado a fijarme en el color de las personas".

La autora del libro viaja hasta Senegal, Mauritania y Malí para plasmar sobre el papel la historia de cuatro personas, entre ellas destaco como más representativas la del padre de un cineasta mauritano llamado Sissako, un hombre de ciencia que se aisla en su pueblo para dedicarse en cuerpo y alma a la agricultura, y la de Boubacar Traoré, un veterano músico de Malí que tuvo su etapa de éxito hace ya tiempo. Para ello no duda en convivir con ellos y sus respectivas familias el tiempo que haga falta para conocer a fondo a esas personas. No me digáis que no es el mejor método para profundizar en el conocimiento de una persona. La periodista come y duerme bajo su mismo techo, o pasa la noche junto a uno de sus protagonista, codo con codo bajo un manto de estrellas en el desierto, provocando que se produzca esa intimidad tan necesaria para que surja la conversación. El ritmo de vida africano que es tan propicio a las confidencias, hace el resto, y de paso se nos muestran detalles de la vida de estos países, sus tradiciones y costumbres, su manera de ver el mundo, siempre desde un punto de vista tan diferente al nuestro. No me extraña que haya tanta gente, grupo en el que me incluyo, que sueñe con un viaje hasta esos países de los que tanto tenemos que aprender.


"Mi familia y mis amigos me preguntan a veces si no me muero de soledad y de miedo cuando estoy de viaje. ¿Como voy a sentirme sola o atemorizada en un pais donde al cabo de tres días existo gracias a alguien que se ha tomado la molestia de retener mi nombre? Los africanos deben de pasarlo muy mal cuando llegan a nuestro continente, privados de su identidad y de cualquier muestra de reconocimiento. Quizá no sea de extrañar que busquen la compañía de los suyos para protegerse del anonimato al que se ven expuestos de golpe".

"El escritor Amadou Hampâté Bâ era un hombre arraigado en la tradición oral y muy compenetrado con la historia de su tierra. "En África, cuando un anciano exhala su ultimo suspiro arde en llamas una biblioteca", afirmó en una ocasión".


"Los hijos han de honrar su tierra natal y deben cuidar de sus padres hasta que estos mueran. En una familia desunida, la casa se queda sin reparar y termina por derruirse. Como dice un proverbio bambara: las disputas entre parientes pueden acabar hasta con las construcciones de cemento".

viernes, 18 de mayo de 2012

Caligrafía de los sueños





Pocas veces me ha decepcionado la literatura de Juan Marsé. Me cae bien hasta como persona, porque se le ve que es un hombre sencillo que vive al margen de los medios, que disfruta con su profesión de escritor y que no va de garante de la cultura. Me gustan los escritores que siguen el lema de "vive y deja vivir". Se nota que Marsé tuvo que sufrir cuarenta años de dictadura con Franco, no como otros, que enseguida se erigen en portadores de la verdad, incuestionable según su punto de vista. En Caligrafía de los sueños, Marsé nos relata su infancia vivida en Barcelona. Un despertar a la madurez que discurre entre "aventis" en compañía de su pandilla de amigos y sus primeras experiencias laborales como aprendiz de joyero que van a marcar el futuro de su vida por culpa de un accidente que le provoca la amputación de uno de sus dedos. Este niño queda marcado física y sicológicamente por culpa de esta amputación que pone fin a sus estudios musicales de piano. Entresaco estas anotaciones del libro que describen esta frustración: "¿Adónde van a parar los dedos muertos de los pianistas?, anota con letra diminuta en su cuaderno secreto de tapas negras." "¿Adónde van a para los dedos muertos de los pianistas?, se pregunta con amargura. Y acto seguido, en voz alta: - ¿Cómo es que me duele el dedo que no tengo, madre?"." Mi nombre es Domingo, muñeca, pero de pequeño me quitaron el do, la primera nota de la escala musical, y se quedó en Mingo, que no me gusta nada. Nombre mutilado como mi dedo. Me quitaron la nota musical, pero yo cambié una letra, una sola, y desde entonces hay que buscarme por las praderas de Arizona, lejos de este cochino barrio..."



Pero como no hay mal que por bien no venga, Marsé encaminó su vida hacia los terrenos de la literatura para gozo y disfrute de todos sus seguidores. Primero, compaginando la escritura con trabajos alimenticios, y luego, ya a partir de publicar "Últimas tardes con Teresa", más en serio porque él mismo empieza a reconocerse como escritor. Y gracias a esas casualidades que proporciona la vida (cómo me gusta ese mundo de las casualidades, en donde nada está escrito y un simple detalle o una pequeña elección hace que cambie por completo la vida de una persona), Marsé ha escrito páginas que respiran vida como este trozo que también entresaco de "Caligrafía de los sueños":
 "Diez años. Demasiados para mí. -Daba vueltas al caramelo dentro de la boca, ruidosamente y sin remilgos, junto con la saliva y algunas palabras que le amargaban. Sí, ahora ya es un viejo de verdad, por dentro y por fuera, pensó Ringo". O como ésta: "A él apenas le ha prestado atención, pegado como está al zócalo igual que una sombra, una más entre esa penumbra de la taberna, tan cotidiana y familiar que es casi un estado de ánimo".




He leído en varias entrevistas que le han hecho a Juan Marsé que no guarda buen recuerdo de las adaptaciones al cine que han realizado de sus libros. Me acuerdo de la adaptación que Víctor Erice tenía pensado realizar del libro "El embrujo de Shanghai" y que por culpa de las desavenencias que tuvo con el productor de la película se quedó el proyecto sólo en un guión que Erice publicó con el título de "La promesa de Shanghai". Conociendo la calidad de todos los proyectos de Erice, estoy seguro que esta película hubiera cumplido las expectativas de Marsé. Una pena, porque la trayectoria literaria de Marsé se merecía una adaptación como la que se entreveía en el guión de Erice. Para finalizar esta reseña literaria entresaco como ejemplo otro pasaje del libro "Caligrafía de los sueños" que tiene unas características tan visuales, que según iba leyendo el texto me lo estaba imaginando en la gran pantalla de un cine:
 "Hace un rato ha eructado sonoramente y se ha excusado diciendo que lleva una semana con un terrible dolor de muelas. Ha bromeado con su barrigón feliz y se ha servido una compita de licor de menta, paladeándolo y sonriendo al chico con sus ojitos de rata ocultos detrás de los altos pómulos sanguíneos. Cuando ve entrar a su hermana con la compra, deja el diario abierto sobre el mostrador y carga con el capacho hasta la cocina. Quejándose de los pies, ella pasa junto a Ringo sin mirarle y mientras se quita el abrigo anuncia que sube al cuarto a cambiarse de zapatos.

- Pon el pescado en la nevera y veta al dentista, yo me ocuparé de lo demás -añade alzando al voz para que su hermano la oiga-.
Mientras ella está arriba aparece el señor Agustín con gabardina y boina. ¡Me voy, Paqui!, grita desde la puerta de la calle y le hace a Ringo la seña habitual: vigila si entra alguien".



martes, 15 de mayo de 2012

NO HAY CRISIS QUE DURE CIEN AÑOS





No hay crisis que dure cien años. El año 2012 no ha empezado tan bien como quisiera, pero soplan vientos favorables y los nubarrones provocados por una grave enfermedad de un pariente se desvanecen con el paso del tiempo. Del ahogo provocado del no saber, de la espera por recibir noticias y partes médicos actualizados, toda la familia pasa a respirar a pleno pulmón, al desahogo de sentir que todo tiene solución a corto plazo. Y la vida sigue, con lo que las vacaciones de agosto cada vez están más cerca. Toca soñar con un exótico destino a pesar de que el fantasma de la crisis económica está rondando constantemente por encima de nuestras cabezas. Todos conocemos algún familiar o amigo que se ha quedado en el paro o con un ERE impuesto por su empresa. Todos los meses nos sorprenden con una marea de cifras y datos económicos que sólo sirven para infundir miedo. Contra más miedo, más sumiso es el personal. Y debo de reconocer que yo también tengo miedo de perder mi puesto de trabajo. Por eso da pavor embarcarse en un viaje costoso, por aquello del qué nos deparará el destino. Y nos estancamos. ¿¡Si pudiéramos desaparecer y aislarnos de alguna manera del continuo y machacante soniquete con que ensordecen nuestros oídos!? Pero no, es complicado cuando los responsables escurren el bulto y señalan al ciudadano de la calle como si fuera responsable de la crisis económica. En esta caza de brujas la mayoría de la gente se ha acostumbrado a mirar cabizbajo al suelo, y respira aliviado si la culpa recae sobre el vecino, sea inmigrante, funcionario o parado de larga duración. Para eso está el político fascista, para confundir al populacho. Y como es un político experto en el arte de medrar nos vende caramelos envenenados a cambio del poder de los votos.

Pero bueno, estaba hablando de vacaciones, de viajes a países exóticos. Tengo que reconocer que anteayer comencé a escribir este post con la incertidumbre de no saber adonde viajaría estas vacaciones de verano y hoy tengo una buena noticia que comunicaros. Junto a mi pareja, este verano nos embarcaremos en otro viaje a África. Esta vez viajaremos hasta Namibia y Botswana para terminar haciendo la ruta del Okavango. El punto final después de 21 días será en las Cataratas Victoria. Espero poder relataros el diario del viaje en este blog, aunque sea a destiempo, aunque sean anécdotas de lugares ya trillados por el turismo. El final del cuento no puede ser más feliz.