martes, 23 de junio de 2015

GUERRA Y GUERRA DE LASZLO KRASZNAHORKAI

Korin, el protagonista de este libro, habla y habla, y Laszlo Krasznahorkai, el autor del mismo, escribe y escribe un largo monólogo que deja sin respiración al lector. Las frases se suceden casi sin interrupción, como si sólo fueran incoherentes pensamientos que nacen en la cabeza del protagonista, o más bien, en la cabeza del propio escritor. A veces, no sé si el que habla es el protagonista en su mundo de ficción o es el propio escritor el que explica su proceso narrativo:

"A veces me gusta mucho detenerme y dejarlo todo así sin más, dijo una vez Korin en la cocina, tras lo cual guardó silencio y permaneció mirando el suelo durante unos minutos, pero después alzó la cabeza y añadió con suma parsimonia: Porque se ha interrumpido dentro de mí y me canso".

Otras veces, soy yo mismo el que oye voces. Ya no sé si las oigo dentro de mi propia cabeza mientras busco el camino perdido de esta narración, o es que me he metido tanto en la piel del personaje que hago míos todos sus pensamientos, por locos y disparatados que sean. Al fin y al cabo, yo también me dejo arrastrar por la belleza de esta historia, hasta perder el norte si hace falta buscando el centro del mundo.

No creo que esta breve reseña/comentario/impresión o como se la quiera llamar, deba pasar a la posteridad por méritos propios, no obstante, queda colgada en internet para todo aquel que navegue sin rumbo fijo, y no le importe perder unos minutos en su lectura. Espero y deseo que estas pocas líneas sirvan de motivación para leer lo que realmente importa: Guerra y Guerra de Laszlo Krasznahorkai.

domingo, 7 de junio de 2015

CARTAS DE JOSEPH ROTH




"Escribo cada día sólo para perderme en destinos inventados".

"Sólo conozco el mundo, creo yo, cuando escribo, y cuando dejo la pluma estoy perdido".

Leo las cartas de Joseph Roth, muchas de las cuales fueron dirigidas a su gran amigo, el escritor Stefan Zweig, y se me queda grabada una imagen, la de un hombre al servicio de la escritura. Todas sus penurias económicas y familiares no son más que males que limitan su capacidad para trabajar y merman su concentración en aquello que más le importa: escribir, escribir, escribir...

"¡Qué gran logro si pudiera uno concentrar toda su fuerza en el trabajo y no derrocharla en cien estupideces! Siempre creo que sólo el hombre puramente egoísta es capaz de explotar la total medida de su talento".

Y muchas de sus preocupaciones giran sobre el mismo problema: el tiempo que el escritor necesita para desarrollar su proceso creativo. Aunque éste, es un problema que incluso su mejor amigo Zweig, también no deja de darle vueltas Es como si estos escritores vivieran en un mundo diferente, que sólo se vale del mundo real para entresacar las historias que narran en su mundo de ficción.

"No se preocupe por la bebida. Más que arruinarme, me conserva. Quiero decir que el alcohol, sí acorta la vida, pero impide la muerte inmediata. Y para mí no se trata de alargar la vida, sino de impedir la muerte inmediata". 

No me extraña que en muchas ocasiones, ese camino resulte tan duro de transitar, tan solitario que sea fácil desorientarse, y tan empinado que se sienta el vértigo de las alturas desde esa nube en la que viven muchos escritores. Y ese vértigo, lo sobrellevó Joseph Roth trasegando litros y litros de alcohol a lo largo de su vida. Una vida que no piensa en el futuro, que intenta sobrellevar el presente con el único ánimo de escribir y escribir.