miércoles, 23 de septiembre de 2015

EL LEOPARTDO DE LAS NIEVES DE PETER MATTHIESSEN

Los grandes viajes suponen una transformación en la vida del viajero. Tanto en la ficción como en la vida real, las experiencias que resultan más extrañas y novedosas se cuelan sin contemplación en toda alma que se precie aventurera. No creo que exagere mucho. De tal manera afectan a los protagonistas esas pequeñas aventuras, que ya todo deja de ser igual. ¿Por qué? Porque ya se cuenta con una historia digna de contar. 
 
Si tengo que atenerme a mi corta experiencia, cada vez que visito algún país cambia mi apreciación y punto de vista de la vida, aunque sea durante un corto periodo de tiempo, aunque sea en el clásico periodo vacacional de agosto. La intensidad de lo vivido hace que llegue a cuestionarme cosas que en apariencia son importantes, pero que vistos desde una óptica diferente pasan a ser triviales e insignificantes. Ya sé que a muchos os pasa algo similar. En el fondo, lo que cualquier persona necesita es luchar contra la rutina que embota sus sentidos. Aunque parezca que hemos perdido la capacidad de asombro, cualidad que caracteriza a los niños desde su más tierna infancia, ésta permanece solamente dormida esperando cualquier oportunidad para "salir del armario" y mostrarse sin tapujos. Viajando nos volvemos unos niños con una capacidad para impresionarnos que nunca sospecharíamos. 
 
No obstante, todavía hay lugares en el mundo que dejan al viajero totalmente descolocado. Son espacios en los que es fácil sentirse fuera de lugar. No sé si es la intensidad del silencio que envuelve esos paisajes, o la comparación de sus dimensiones con aquellos horizontes que nos son más cercanos. Lo que sí es cierto es que hay algo salvaje en su naturaleza, brutal en su ambiente y primigenio en sus formas, que sobrepasa con creces el límite de lo humano. Son los menos, pero haberlos, haylos. 
 
Todo esto viene a cuento por el libro que me acabo de leer, "El leopardo de las nieves" de Peter Matthiessen. La obra discurre en una zona inhóspita del Tíbet en donde los protagonistas de esta historia real van en busca del bharal o cordero azul, una especie en vías de extinción. El viaje está plagado de anécdotas, de situaciones extremas que ponen a prueba la voluntad de la pareja protagonista. El clima marca el paisaje y la forma de ser de sus moradores, gente que a pesar de todo se ha adaptado a esas duras condiciones de vida. No me extraña que el autor del libro haga este comentario que a continuación entresaco:

"La intensidad del silencio en este sitio es un aviso de que los seres humanos están fuera de lugar".