lunes, 17 de febrero de 2014

LA CASA DE HOJAS


La casa de hojas requiere un considerable esfuerzo de lectura a causa de su laberínticaestructura​. Estoy absolutamente convencido de que el autor de este libro juega conscientemente con esta característica buscando la desesperación del lector. Sí, porque el laberinto articulado pleno de oscuridad que se forma dentro de la casa de hojas es similar a la estructura que el autor ha creado con “La casa de hojas”. Ni el más experimentado espeleólogo/lector sale indemne tras internarse en la profunda oscuridad de la casa.


"La oscuridad no se puede recordar. Es por eso que los espeleólogos siempre desean regresar a esas profundidades invisibles donde han estado. Es una adicción. Nadie queda nunca satisfecho. La oscuridad nunca satisface. Sobre todo si roba algo, como efectivamente suele suceder".



Esperaba sentir miedo tras la lectura de este libro. Varias reseñas que había leído pregonaban a los cuatro vientos que esta obra les había quitado el sueño durante su lectura. Pero mi experiencia lectora ha sido distinta, ya que para mí la sensación que trasmite “La casa de hojas” es bien diferente: la casa no me causa ningún terror por ser algo vivo, por contar con movimiento y capacidad de adaptación. Lo que me asombra de “La casa de hojas” por encima de todo es esa demostración de fuerza y poder por encima de las capacidades del ser humano. Si Navidson sobrevive al final de su aventura en ese abismo sin dimensiones que es “La casa de hojas”, es por propia voluntad de LA CASA.




"¿Crees en Dios? Creo que nunca te lo había preguntado. Pues ahora yo sí. Pero mi Dios no es la variante católica ni la judaica ni la mormona ni la baptista ni la adventista del séptimo día ni otra cualquiera/quienquiera. No tiene que ver con zarzas en llamas ni con ángeles ni cruces. Dios es una casa. Con lo cual no quiero decir que nuestra casa sea la casa de Dios o ni siquiera una casa de Dios. Lo que quiero decir es que nuestra casa es Dios".


​Me hace gracia la cantidad de gente que bucea dentro del libro buscando mensajes ocultos y códigos escondidos. Me sorprende la cantidad de estudios y tratados que supuestamente ha generado "La casa de hojas". A mi entender, tantos ríos de tinta sólo han servido para crear una discusión de la nada. Pensar que ha habido tanta gente que en la ficción se ha dedicado a descifrar la clave del expediente Navidson, me recuerda también la cantidad de reseñas y comentarios que ha generado este libro, muchos de ellos peregrinos, y que no sirven nada más y nada menos que para elucubrar sobre el sexo de los ángeles.



"Se me ocurre, al leer eso deuna clave que descifrar”, que las más grandes cartas de amor siempre están codificadas para ser leídas por una sola persona y no por muchas".



​ Y de "La casa de hojas" a "La habitación oscura" de Isaac Rosa. Valiéndome de este sencillo juego de palabras relacionado con sus títulos, hago una breve, muy breve, reseña de éste último trabajo de Rosa. Desde mi punto de vista el libro parece un panfleto reivindicativo, un manual de desobediencia civil, que por cierto, está muy bien que alguien se atreva a plasmar esas ideas sobre el papel. Pero tras la lectura del libro, noto en sus páginas una falta de ficción narrativa que revierte en su estilo, más característico de un libro de ensayo. No niego que el autor haya escrito una historia, con su trama y sus protagonistas, con su nudo y desenlace, pero falta la "masa madre" que nutre por ejemplo a la "La casa de hojas". Y, quizás también falte una historia de amor como la de Will Navidson y Karen Green, una relación que sirve de sustento al resto del relato.