"A
mí, Hassan, hijo de Mohamed el alamín, a mí Juan León de Médicis,
circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un
Papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África, ni de Europa, ni de
Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero
no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo
del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada
travesía".
No sé si será el mejor comienzo de un libro que he leído en mi vida,
pero sin duda alguna sí que está entre los más cautivadores. Después de
leer este párrafo es imposible no dejarse llevar por la historia de
este personaje llamado León el Africano. Unas vivencias que le llevan a
conocer gran parte del mundo conocido de esa época. Un gran viajero sin
patria que ya desde muy joven formó parte de una caravana que lo llevó
hasta Tombuctú. En esos viajes pasó hambre, frío y todo tipo de
penalidades, pero nunca fueron razón suficiente como para plantearse
dejar esa vida de trotamundos que no conoce fronteras. El libro de Amin
Maalouf está en todo momento a la altura de este personaje histórico. Se
narra la vida del protagonista año tras año, sin pretender ensalzar su figura mediante un estilo recargado y adulador. El resultado de este trabajo es el ensamblaje perfecto del estilo del libro con la sencillez del protagonista y
su natural personalidad. Incluso cuando León el Africano trata con
personajes históricos tan relevantes como el Papa Clemente VII o el Papa
León X, el lector saca una impresión de cercanía que choca con la
imagen histórica que hemos estudiado de ellos. En definitiva, no hay
mejor forma de sumergirse en los hechos históricos que se narran en el
libro (por ejemplo la toma de Granada por los Reyes Católicos o la
expansión del imperio otomano), que leyendo la interesante vida de León
el Africano. De igual manera, uno se deleita leyendo los pasajes más
privados de la vida del viajero, que muestran lo que se viene a llamar
en términos históricos la intrahistoria de esos años, siempre a la
sombra de esos grandes acontecimientos. Los dos aspectos se compenetran y
son de la misma importancia para hacernos una imagen fiel de la época.