jueves, 27 de octubre de 2011

VUELTA CICLISTA AL LAGO INLE

10/08/11 Como hoy tenemos el día libre, la mayoría del grupo decidimos alquilar unas bicicletas y darnos una vuelta circular por el lago Inle. Partimos de Nyaung Shwe y tras once kilómetros por carretera bacheada llegamos al pueblo de Maig Thauk. Allí dejamos las bicis al cuidado de una persona conocida del dueño de las bicis, que cuenta con una básica tasquilla para que consumamos, para subir andando por una pista de tierra hasta el monasterio del mismo nombre en donde disfrutamos de unas buenas vistas del lago Inle. Bajamos de nuevo hasta Maig Thauk para montarnos en barca, bicis incluídas, y atravesamos el lago hasta la orilla opuesta en donde desembarcamos en el pueblo de Khaung Daing, famoso en estos lares por la elaboración del tofu. Y para completar la vuelta circular, volvemos a coger las bicis (con tropezón incluído que dá con mis huesos en el suelo) y regresamos por carretera hasta Nyaung Shwe tras recorrer sobre nuestras pesadas bicicletas otros once kilómetros por carreteras que invitan al pedaleo. ¡Qué gozada! Disfrutamos mucho con nuestro día libre porque podemos ir a nuestro ritmo sin ningún plan prefijado de antemano. Además, gracias a viajar en bici y pararse en las diferentes aldeas que atraviesan el camino, tenemos un mayor contacto con la gente, sin guías que ejerzan de intermediarios ni vehículos que nos trasladen como formales turistas de un pueblo a otro. ¿Y que vemos por el camino? Pues se ven monasterios colgando de la montaña, la vida de la gente que vive en los palafitos al pie del lago, el largo puente de madera del pueblo de Maig Thauk a modo de puerto pesquero, cultivos flotantes y campesinos recogiendo tomates montados en sus barcas, pescadores Inthas que posan mientras faenan mostrando su peculiar técnica de pesca, y lo más curioso, un hotel de lujo surgido en donde uno menos se lo espera, que contrasta de forma evidente con el entorno y que nos ofrece una buena oferta gastronómica. Pues nada, paramos, comemos y sabemos apreciar en todo momento las comodidades que ofrece un hotel occidentalizado en este país del Asia oriental, que para eso somos buenos turistas.

jueves, 20 de octubre de 2011

KAKKU

09/08/11 Hoy la ruta nos lleva hasta el pueblo de Kakku perteneciente a la etnia P-Ow. En este país conviven muchas etnias, algunas todavía enfrentadas militarmente con la Junta de Gobierno actual, que ni se atreve a aventurarse en sus tierras. Antes paramos en Taunggy, la capital del estado Shan. En el edificio gubernamental recogemos a nuestra guía local que nos mostrará el mercado de la ciudad, con su variedad de frutas de nombres exóticos para nosotros, y la renombrada pagoda de Kakku. Esta pagoda está situada en medio del monte, en plena naturaleza, y destaca sobre todo por la multitud de estupas, algunas muy ornamentadas por su influencia hindú, y que ofrecen un marco idóneo para sacar todo el partido a nuestra cámara de fotos. ¿Que por qué nos acompaña una guía local? ¿Para que no nos perdamos en el largo trayecto que nos vemos obligados a realizar por pistas bacheadas que se tornan impracticables por el barro? Pues no; el motivo no es otro que el autogobierno con el que cuenta este estado y que obliga a los turistas a pasar por caja mediante la contratación de guías locales. Eso sí, la guía p-ow es muy profesional y no sólo es una mera acompañante obligada por las circunstancias. Pienso que si esta mujer hubiera nacido en otro país, con la inteligencia y el don de gentes que atesora, seguro que ocuparía un puesto de mayor relevancia y responsabilidad. Como hoy toca hablar de política, os comentaré que gracias a este autogobierno, esta etnia cuenta con una economía más saneada que les procura un mayor desarrollo en educación e infraestructuras. Según nos comenta Manu, nuestro guía, hasta no hace mucho tiempo esta etnia también estaba enfrentada al gobierno, pero parece que han llegado a un acuerdo que benefica a ambos bandos. Parece que la Junta de Gobierno tenía demasiados frentes abiertos.

sábado, 15 de octubre de 2011

IN-TEY

08/08/11 Un día más en tierras birmanas. Salimos en barca hasta el pueblo de In-tey que está enclavado al final de un ramal de uno de los ríos que abastecen de agua al lago Inle. El paseo en barca nos resultan a todos mucho más bonito, con sus zonas estrechas y reviradas que obligan a los barqueros a ser precavidos en las curvas para evitar choques entre barcas, y con el paso por debajo de varios puentes de madera que sirven de comunicación para los campesinos en esta venecia del sudeste asiático. Una vez que llegamos al pueblo visitamos su mercado bullicioso, y para nuestra sorpresa, encontramos a muchos de los mismos comerciantes que ayer estaban instalados en el mercado de Phaung Daw Oo. Después de las compras, -que siempre hay que comprar algo con tanto chollo en el mercado-, subimos las escaleras que nos conducen hasta la pagoda del pueblo. Esta pagoda destaca por sus múltiples estupas, algunas muy antiguas de ladrillo, y también esconde un pequeño tesoro en forma de sendero en la montaña con su cima coronada con otra estupa en construcción que ofrece unas vistas inmejorables de todo el lago Inle. Regresamos al pueblo y visitamos un taller de platería. Luego entramos en un comercio para ver a unas mujeres jirafa de la etnia padaw. Las pobres mujeres sirven de atracción para reclamo de turistas. Las contrata el dueño del comercio para que posen con su mejor sonrisa ante las cámaras de los "turistas-francotiradores". Nuestro guía nos informa que a pesar de que se sientan utilizadas por su imagen, estas mujeres tienen suerte porque se han visto obligadas a huir de la guerra por culpa de los señores de la droga y el ejército. Más interesante es sacar fotos a los huertos flotantes que la etnia Intha cultiva en el lago. Esta etnia se ha adaptado a la vida en el lago de una forma muy ingeniosa. En vez de cultivar sobre la tierra directamente, esta gente dispone las hileras de tomateras en el mismo agua del lago utilizando un lecho de algas secas que extraen del mismo lago y que luego rellenan de barro Para completar todo este ingenio se valen de una estructura de cañas de bambú que clavan en el fondo del lago. ¡Y ya está! Que el sol pega más a la izquierda, no importa, se mueve la fila de tomates y se coloca en donde mejor convenga. La recolección, por supuesto, se realiza en las barcas con los que no les hace falta andar mucho. Otra peculiaridad de esta etnia es la técnica que utilizan para pescar. El pescador se encuentra de pié en la barca, y en vez de remar con los brazos, reman con una pierna enroscada al remo que mueven con destreza para que la embarcación se desplace, y ellos mientras, tienen los brazos liberados para pescar con sus redes. No faltaba más, de regreso a nuestro hotel en Nyaung Swe nos hartamos de sacar fotos de estos pescadores mientras faenan.

viernes, 14 de octubre de 2011

LAGO INLE

07/08/11 Nuestra primera excursión por el lago Inle nos lleva en barca hasta la pagoda Phaung Daw Oo que alberga una capilla en donde se veneran varias imágenes de buda que parecen bombones de la marca Ferrero Rocher. Sí, es que las figuras han perdido su aspecto humano para convertirse en una masa de foma redondeada gracias a la acumulación de pequeñas láminas de pan de oro por parte de los devotos budistas (no todos, porque sólo se permite a los hombres este acto religioso). Salimos de la pagoda para continuar la visita por el mercado instalado en las traseras del recinto religioso. Comparado con otros países, deambular por los puestos no resulta especialmente agobiante en Birmania. De vez en cuando, una tenaz comerciante te asalta para que compres sus productos, pero hasta el regateo resulta más gracioso que tedioso, porque todavía no están maleados por el turismo y ni ellos mismos se creen los precios de partida con los que intentan venderte un collar o una figura de madera. Con sólo un "is a good price for you" se pone fin al negocio y todos felices y contentos. Montamos otra vez en la barca para darnos una vuelta por la "pequeña venecia del sudeste asiático". Cruces de canales como si fueran cruces de carreteras (sólo faltan los semáforos pero no los postes de la luz), con sus palafitos de madera desafiando al agua, y con la gente asomada a las ventanas mientras tiende la ropa, o con los niños de risa contagiosa bañándose desnudos mientras sus padres realizan trabajos de mantenimiento en los bajos de sus palafitos al abrigo de la lluvia, etc, etc. Nos detenemos en varios talleres. El primero es un taller de telas en donde tejen a la antigua usanza, con sus telares manejados de forma maestra por mujeres que sonríen mientras las fotografiamos. El segundo taller es una herrería que nos sorprende con su duro trabajo alrededor del fuego. El fuelle se mueve al compás de los brazos de un niño mientras los hombres golpean con sus mazos de forma aleatoria el trozo de hierro incandescente que poco a poco se va moldeando gracias a la pericia del maestro herrero. El tercer y último taller es uno de tabaco. Los cigarrillos se elaboran de forma manual gracias al trabajo de unas jóvenes que tienen tan automatizado el proceso de elaboración que hasta parece que hacen trucos de magia con el rápido movimiento de sus manos. Yo creo que hasta uno se puede quedar hipnotizado si te quedas mucho tiempo mirando atentamente su trabajo. Regresamos al hotel sentados en nuestra barca, relajados, con la mirada perdida en ese horizonte de agua que es el lago Inle, viendo el tráfico que viene y va a lo largo y ancho de este vasto cuerpo de agua.